sábado, 20 de marzo de 2021

Beato Lichtenberg, defensor de la vida

 

Beato Bernard Lichtenberg.
Nació en 1875 en Alemania.

Ordenado sacerdote en 1899. En la llegada del nazismo al poder en 1933 era el párroco de la diócesis de Santa Eduvigis en Berlín. En 1938 se convirtió en el segundo cargo eclesiástico de la misma sólo por debajo del obispo.

Se distinguió por su defensa a ultranza del valor de la vida humana, especialmente de los perseguidos por el régimen hitleriano

Tras la Noche de los Cristales en 1938 en los que se desató una furia incontrolable contra los no arios, en especial los judíos, Lichtenberg empezó a rezar en sus homilías por los perseguidos por el régimen, los judíos y los cristianos no arios, siendo calificado poco después por las SS como un "fanático" de la causa católica y oponente del nacional socialismo

Tras aquel progrom escribió

“Sabemos lo que ocurrió ayer, ignoramos lo que ocurrirá mañana; pero somos testigos de lo que sucede hoy: en el exterior [de esa catedral] la sinagoga está ardiendo y también es la casa de Dios”.

 En el verano de 1941, August Graf von Galen, Obispo de Münster y conocido opositor al nazismo, protagonizó valientes sermones en público denunciando las prácticas criminales de la dictadura de Hitler. El 3 de agosto de 1941, Von Galen hizo un valiente sermón denunciando las prácticas de eutanasia del régimen nazi, calificándolas de asesinato y criticando el utilitarismo materialista con el que el nacional-socialismo justificaba esa monstruosidad: 

“Ellos son personas, nuestros hermanos y hermanas, tal vez su vida no sea productiva, pero la productividad no es una justificación para matar. Si así lo fuera, todo el mundo temería inclusive acudir al doctor. El tejido social se vería afectado. Un régimen que puede salirse con la suya rompiendo el quinto mandamiento, puede destruir asimismo los otros mandamientos"

El  26 de agosto de 1941, Lichtenberg  protestó en público contra la eutanasia de discapacitados físicos y mentales en Alemania: “mi alma sacerdotal está agobiada por mi complicidad en estos crímenes contra la moral y el derecho público. Aunque soy sólo una persona, todavía exijo, como ser humano, como cristiano, sacerdote y ciudadano alemán, una rendición de cuentas de usted, Sr. Líder Médico del Reich, por los crímenes que se están perpetrando bajo sus órdenes o con sus aprobación y que están provocando al Señor de la Vida y la Muerte para vengarse de la nación alemana”

 El 26 de octubre de 1941 había preparado un sermón contra las políticas de eutanasia del régimen pero ya no pudo pronunciarlo. Las SS lo arrestaron y lo encarcelaron en la prisión de Tegel donde el obispo de Berlín pudo transmitirle un mensaje de ánimo del Papa Pio XII

La policía encontró en su casa documentos incriminatorios que explícitamente indicaban:

 “…No os dejéis confundir por este pensamiento anticristiano, sino actuad según los preceptos de Jesucristo: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo»”.

En 1943, conmovido por el sufrimiento de los presos judíos, pidió acompañarles al campo de concentración de Dachau rechazando ser liberado a cambio de su silencio. Poco después de su llegada sufrió una neumonía que le costó la vida, muriendo el 5 de noviembre de 1943

Su funeral se celebró en Berlín donde para estupor de las autoridades nazis fue acompañado por cuatro mil personas

San Juan Pablo II lo beatificó como mártir en junio de 1996

Yad Vashem lo consideró "Justo entre las Naciones" en 2004,considerando que:

 "Años después de su muerte, el ejemplo de valentía y de humanismo del padre Lichtenberg todavía nos sacude y nos inspira, tanto a judíos como a no judíos, para que nunca perdamos la capacidad de indignarnos frente a la opresión y a la discriminación, sea cual fuere el colectivo perseguido, para que seamos capaces de sensibilizarnos ante la injusticia y la violencia, en especial, aquella que proviene del terrorismo de Estado, que suele anestesiar y paralizar a la sociedad, aislando y neutralizando a esos seres extraordinarios que, como Lichtenberg, en tales circunstancias, se convierten en un Faro en medio de la oscuridad."

En estos momentos en los que la vida humana parece tener tan poco valor, justo es recordar y encomendarnos al Beato Lichtenberg para que no perdamos nunca la percepción de lo que es objetivamente correcto y justo y actuemos en consecuencia


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