sábado, 27 de febrero de 2021

Comentario a las lecturas del Domingo II de Cuaresma (Ciclo B) de nuestro colaborador Joan Palero (Valencia)


Domingo, 28 de febrero de 2021
2º Cuaresma (Ciclo B)
No es tiempo para acampar en pensamientos y buenos pareceres. Es tiempo de caminar, diría santa Teresa. De dejar de mirar las sombras del pasado y contemplar la realidad presente viendo a Jesús. Es tiempo de fortalecer la fe en la escucha de su Palabra que, con el poder del Espíritu que la acompaña, lo transforma y lo transfigura todo a imagen del Hijo amado.
Ante las palabras de Pedro: “¡Qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas.”, la presencia de Dios les envuelve, dirigiendo sus oídos y miradas hacia Jesús: «Este es mi Hijo amado; escuchadlo.» De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. (Marcos 9,2-10)
La primera lectura: Génesis 22,1-2.9-13.15-18, presenta a Abrahán, al que la Biblia llama “el padre de la fe”. Un hombre que, tras la escucha de la Palabra de Dios, ha sido cambiado. No en su aspecto, sino en la esencia de su vida y naturaleza.
Dios le ha visitado, manifestándole sus planes, en el campamento de su desgraciado bienestar. Y por la fe que viene del oír a Dios, lo deja todo: sus dioses y creencias, su historia y raíces.
Tras el encuentro con la realidad de Dios, vislumbra un nuevo horizonte, y, con ello, toma una orientación decisiva. Sale de su tierra y de entre su parentela, dejando atrás sus propias seguridades y a sí mismo. Dios mismo se hace cargo de él, camina con él, y le guía por un nuevo camino, siempre empinado y hacia arriba.
El Señor ha ahogado la desgracia que Abrahán sufría en su tienda, la de no tener descendencia. Aun así, ama y no puede desvincularse de su sobrino Lot, y en su cariño carnal lo hace partícipe de su aventura. Pronto surgen los problemas entre ellos, a causa de los apegos y negocios de este mundo, y en mutuo acuerdo, Lot se separa de su tío eligiendo la llanura fértil, acampando en lo fácil, en lo atrayente y cómodo, pero que al final siempre nos lleva a la destrucción, hasta Sodoma.
En cambio, Abrahán camina con Dios hacia Hebrón, una ciudad del país montañoso de Judá. Allí acampa en el encinar de Mamre, al que llama: “Lugar de las Promesas de Dios”.
Qué bueno es acampar en las promesas del Señor y contemplar todos sus beneficios, pero ese no es el plan definitivo que Dios tiene para la fe de Abrahán. El Señor busca librarle de ese tipo de fe estancada, acampada, acomodada, adaptada a lo que me parece bueno y fácil, que me gusta, y de la que saco provechos personales. Una fe que, con el tiempo, no tarda en extenderse (como las tiendas de Lot) hasta llegar una vida de fe insustancial, frívola e infecunda.
El amor de Dios por Abrahán y todo creyente, es tan grande y celoso, que, no quiere que nos perdamos la bendición de creer, llevando una vida acampada.
Es instintivo amar a Dios cuando nos hace ver lo increíble y nos da lo imposible, pero también es humano e instintivo acostumbrarse a ellas, estacionarse, centrarse en el Isaac de nuestro deseo, de satisfacción cumplida, olvidando que la fe es Camino empinado de renuncia y sacrificio. Dios enseñará a Abrahán, que, es en la entrega incondicional donde todo se encuentra y reencuentra.
2ª Lectura: El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? (Romanos 8,31b-34)
Dios le dijo: «Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio, en uno de los montes que yo te indicaré.»
La Cuaresma, a través de sus exigencias, invita a considerar el amor extremado de Dios. Amor que trata de elevarnos hacia Él, a través del monte designado del sacrificio.
Dios no se contradice, no da para después quitar. Él pide, no quita, y lo que pide al hombre es para que este pueda encontrarlo todo Él.
A la pregunta de Isaac: Padre. «Aquí está el fuego y la leña, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?»
Dijo Abraham: «Dios proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío.» Y siguieron andando (creyendo y obedeciendo) los dos juntos. El patriarca sabía, como tiempo después escribiría el salmista, que: “Caminaba en presencia del Señor en el país de la vida.” (Sal 115)
Abrahán no discute ni negocia, confía en que Dios proveerá. Su confianza le lleva a creer que incluso después de habérselo sacrificado a Dios, se lo devolverá. Pues Dios no podía desdecirse de sus palabras: Por tu descendencia en Isaac serán benditas todas las familias de la tierra.
Después de la experiencia que Pedro, Santiago y Juan, han vivido con Jesús en el monte (Tabor), les es ordenado no decir nada de lo que han visto, “hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos. Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos».
¡Qué razón tiene Jesús! Es mejor callar, no hablar ni testificar, hasta que la fe sea configurada a la realidad de Cristo. Será en la escucha de su Voz, que el Espíritu los transformará y los transfigurará a su imagen, después de ver lo que ocurra en el monte Calvario, y en los tres días después. Entenderán que, es muriendo donde se empieza a vivir, y que subir con Dios es bajar más cerca de los hombres.
No propondrán la fe con el marketing de sus aspectos más brillantes, sino a través del encuentro con Dios. Esto será lo que lleve a la humanidad a una vida de relación pasional y amorosa, de toma y dale, con El Dios que desde siempre nos amó primero.
Joan Palero

“TE COLMARÉ DE BENDICIONES” LECTIO DIVINA DE LA PRIMERA LECTURA – DOMINGO II DE CUARESMA (CICLO B)


 

Gén 22,1-2.9a.10-13.15-18

1 Después de esto, Dios quiso probar a Abrahán, y le llamó: “¡Abrahán! ¡Abrahán!”. Éste respondió: “Aquí estoy”. Y Dios le dijo:  2 “Toma ahora a tu hijo, al que tanto amas, Isaac, vete al país de Moria, y ofrécemelo allí en holocausto en un monte que yo te indicaré”.

9 Cuando llegaron al lugar que Dios le había indicado, Abrahán levantó un altar; preparó la leña. 10 Luego tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo. 11 Entonces el ángel del Señor le llamó desde el cielo y le dijo: “¡Abrahán! ¡Abrahán!”. Éste respondió: “Aquí estoy”. 12 Y el ángel le dijo: “No lleves tu mano sobre el muchacho, ni le hagas mal alguno. Ya veo que temes a Dios, porque no me has negado a tu hijo, tu hijo único”.

 13 Abrahán alzó los ojos y vio a sus espaldas un carnero enredado por los cuernos en un matorral. Tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.

15 El ángel del Señor llamó por segunda vez a Abrahán, 16 y le dijo: “Juro por mí mismo, palabra del Señor, que, por haber hecho esto y no haberme negado tu hijo único, 17 te colmaré de bendiciones y multiplicaré tanto tu descendencia, que será como las estrellas del cielo y como la arena que hay a la otra orilla del mar, y tu descendencia ocupará la puerta de sus enemigos. 18 Por tu descendencia serán benditas todas las naciones de la tierra, porque obedeciste mi voz”.

La liturgia de hoy nos ofrece en la primera lectura la escena que podemos denominar como la prueba de Abrahán o como se la conoce habitualmente el sacrificio de Isaac.

Una acción, esta del sacrificio de Isaac, que desde nuestro contexto, nos puede parecer horrible, pero que en el mundo semítico antiguo era algo habitual. Teniendo esto en cuenta podemos entender mejor la experiencia que tuvo que vivir Abrahán.

Para él, Isaac es el hijo de la promesa. Para hacerla efectiva Abrahán cambio de vida, dejó su tierra, su casa, su familia. Todo. Con su mirada puesta en la promesa que Dios le hace de que su descendencia será numerosa. De alguna manera, Dios ahora le está pidiendo, que sacrifique incluso la misma promesa.

Abrahán acoge, asume y actúa. Y todo ello desde la fe, desde la confianza plena en Yahveh. Se encamina hacia el monte Moria y está dispuesto a todo. Sin embargo, Dios le vuelve a salir al encuentro. Cuando está a punto de consumar el sacrificio, un ángel del Señor detendrá su mano.  Yahveh le ofrecerá un carnero para el sacrificio. No tiene que sacrificar al hijo de la promesa.

Abrahán ha manifestado su fe y su confianza incondicional en Dios. Y Yahveh renueva su alianza y su promesa de bendición: “te colmaré de bendiciones y multiplicaré tu descendencia”. Promesa y bendición que se extenderá a todas las naciones a lo largo de todos los tiempos: “Por tu descendencia serán benditas todas las naciones de la tierra”.

Imagen de Robert Cheaib en Pixabay

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • Recuerda la alianza que Dios ha hecho contigo. También a ti te ha hecho una promesa, ha realizado contigo un pacto. Vuelve a pasarlo por tu corazón y sé consciente del mismo.
  • En muchas ocasiones de tu vida, Dios puede pedirte un gran sacrificio. ¿Cómo vives este momento? ¿Qué estás dispuesto a hacer por Dios para entrar en comunión con Él?
  • La fe y confianza en Dios de Abrahán es plena. Toma el pulso a tu fe y confianza en Dios.
  • Acoge la bendición que Dios hoy te regala.

VIDA – ORACIÓN

Salmo 27

1 El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién podré temer? El Señor es la fortaleza de mi vida, ¿ante quién puedo temblar?

 2 Cuando me asaltan los criminales para destrozarme, son ellos, mis opresores y enemigos, los que tropiezan y sucumben.

 3 Aunque un ejército acampe contra mí, mi corazón no teme; aunque una guerra estalle contra mí, estoy tranquilo.

 4 Una cosa pido al Señor, sólo eso busco: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida para gustar la dulzura del Señor y contemplar la belleza de su templo.

[…]

 14 Espera en el Señor, ten ánimo, sé fuerte, espera en el Señor.

Salmo 27

1 El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién podré temer? El Señor es la fortaleza de mi vid

“Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo” Lectio Divina Domingo II de Cuaresma (Ciclo B)


 

VERDAD – LECTURA

Evangelio: Mc 9,2-10)

             En este segundo domingo de Cuaresma, la liturgia nos invita a contemplar la experiencia que tienen algunos de los discípulos de Jesús, concretamente Pedro, Santiago y Juan, en el acontecimiento de la Transfiguración. Vamos a intentar comprender mejor este hecho.

             Seis días después. Esta expresión, sin duda, hay que entenderla en sentido cronológico, pero desde la perspectiva de la Pascua. Marcos relee este suceso a la luz de la resurrección. Seis días después de la entrada triunfal en Jerusalén,  consumada la pasión y muerte de Jesús, tiene lugar la Resurrección. Desde aquí hemos de leer este relato, pues no deja de ser un anticipo de la consumación de la gloria de Jesús.

             En aquel momento, Jesús toma consigo a tres de sus discípulos: Pedro, Santiago y Juan. Hemos de tener en cuenta que estos discípulos son, de alguna manera, los que abiertamente no han comprendido el significado de la pasión y muerte de Jesús. En el capítulo anterior, hemos podido comprobar como Pedro se ha enfrentado con Jesús, queriéndole disuadir del cumplimiento de su misión (8,33); en el capítulo posterior, veremos como Santiago y Juan pedirán a Jesús el puesto a su derecha y el puesto a su izquierda, es decir, los lugares de máximo honor y poder (10,35-40). Tampoco ellos comprenden verdaderamente el significado de la pasión y muerte de Jesús.

             Los lleva a un monte alto. El monte es el lugar de encuentro con la divinidad, recordemos el encuentro de Moisés con Yahveh (Éx 24,15-16) o el de Elías en la montaña (1Re 19,8-9). En la montaña Dios entra en relación con el hombre.

             En aquel monte alto, Jesús se transfigura delante de ellos. El evangelista nos está mostrando el aspecto glorioso que adquiere la persona de Jesús. El cual, les acaba de presentar el hecho ineludible de la cruz. Sus vestiduras se volvieron de un blanco resplandeciente. Tan blanco que ningún tintorero del mundo sería capaz de blanquear. Con lo cual, Marcos nos está indicando un resplandor indescriptible, un color que apunta hacia las realidades celestiales, hacia la luz de Dios.

             Se aparecen Elías y Moisés y comienzan a hablar con Jesús, los dos entran en diálogo con él, el cual hace las veces de Yahveh.  El primero representa a la profecía, es quien debía de aparecer en el tiempo escatológico para anunciar la llegada inminente del Mesías. El segundo representa a la Ley, es a quien Yahveh le entregó las Tablas de la Ley. Los Profetas y la Ley dan testimonio de Jesús. Ambos encuentran su cumplimiento y su plenitud en Cristo.

             Los discípulos presentes en el lugar no saben cómo reaccionar, estaban atemorizados, de alguna forma lo antiguo está dando testimonio de lo nuevo y ceden, de alguna manera, su “puesto” a Jesús. Aunque, eso sí, allí se debía estar bien, de tal manera que Pedro, quiere parar el tiempo, quiere permanecer en un lugar que no le traiga problemas, no quiere que aquel instante de gloria concluya.

             De repente, se ven envueltos en una nube (Éx 24,16). Se hace presente la persona del Espíritu Santo y se oye la voz del Padre: “Este es mi Hijo amado”. El Padre se complace en Jesús, el Padre afirma la filiación de Jesús, lo presenta como su Hijo único. El término amado acentúa más si cabe la relación afectuosa, amorosa, filial de Jesús con el Padre.

             Por último, la voz del Padre les impone escuchar a Jesús. El cual, es el único interprete del Padre, el único que nos puede presentar el verdadero rostro de Padre, nuestro único Maestro. Jesús es la voz del Padre.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado más la atención, te ha gustado más, te ha tocado el corazón? ¿Qué quiere decirte Dios aquí y ahora, en este momento, con ello?
  • ¿Cómo vivo yo mi séptimo día, momento de la manifestación de la gloria de Jesús, sobre todo en este tiempo de Cuaresma que es preparación para el gran acontecimiento pascual?
  • Imagínate, que Jesús te toma consigo, te lleva a un monte alto y te muestra de alguna manera su gloria… ¿Qué sientes en este momento? ¿Cuál es tu diálogo con Jesús? ¿Qué conclusión sacas de ello?
  • ¿Qué significado puede tener para ti la presencia de Elías y Moisés? ¿Cuáles son tus profetas y tus leyes, que debe acercar a Jesús para que Él les de su pleno cumplimiento, les de su plenitud? ¿Qué debes ir cambiando en tu vida en este tiempo de Cuaresma?
  • ¿Cómo reaccionas ante el imperativo del Padre de escuchar a Jesús? ¿Verdaderamente, te acercas a la Palabra con actitud de escucha?

VIDA – ORACIÓN

  • Adora al Padre y glorifícalo por el misterio de la Santísima Trinidad y por hacerte experimentar su grandeza y plenitud y a la vez su cercanía.
  • Da gracias a Jesús por hacerse presente en tu vida y mostrarse como la presencia amorosa del Padre.
  • Pide la luz y la sabiduría del Espíritu Santo para poder escuchar la Palabra de Jesús, comprenderla y llevarla a la práctica en tu vida cotidiana.
  • Tómate como compromiso de esta Cuaresma de esforzarte por acercarte a la Palabra con actitud de escucha y acogida.


sábado, 20 de febrero de 2021

Comentario a las lecturas del Domingo I de Cuaresma (Ciclo B) de nuestro colaborador Joan Palero (Valencia)


 


Domingo, 21 de febrero de 2021
1º Cuaresma (Ciclo B)
Primera lectura: Génesis 9,8-15
Después de haber purificado la tierra, de la maldad humana, Dios hace un pacto de vida y paz con la humanidad:
“el diluvio no volverá a destruir la vida, ni habrá otro diluvio que devaste la tierra.”
Y firma ese pacto poniendo su arco en las nubes: “pongo mi arco en el cielo, como señal de mi pacto con la tierra.”
En la segunda lectura: 1ª San Pedro 3,18-22, el apóstol hace referencia al diluvio, tomándolo como símbolo del bautismo que ahora nos salva. Un bautismo en el que, simbólica y sacramentalmente, somos sumergidos en el agua para ahogar y sepultar nuestra naturaleza adánica, y en el que, por la acción del Espíritu (que desde el principio aletea y trabaja sobre las aguas en toda creación de Dios: Génesis 1, 2), resurgimos nuevos a una nueva vida, hechos partícipes del Cuerpo muerto y resucitado de Jesús. (Romanos 6)
En el evangelio que nos ocupa en este ciclo B, el de San Marcos, el pasado domingo nos detuvimos en el capítulo 1 versículo 45. Hoy, la liturgia pone la marcha atrás y nos hace retroceder al versículo 12, justo después de que Jesús fuera bautizado por Juan en las aguas del Jordán. Allí vimos, que: “En cuanto salió (Jesús) del agua los cielos se rasgaron y que el Espíritu, en forma de paloma, bajó sobre él. Y se oyó una voz que venía de los cielos: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco.” (vv10-11)
Como bautizados, también nosotros como hijos podemos escuchar esa voz del cielo, ya que: El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y, si hijos, también herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados. (Ro. 8, 16-17)
Un bautismo irrepetible como el diluvio y la muerte de Jesús: “Cristo murió por los pecados UNA VEZ PARA SIEMPRE: el inocente por los culpables, para conduciros a Dios.”
Dios no volverá a destruir la vida con otro diluvio, ni los bautizados en Cristo gustarán la muerte: “… el que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida.” (Jn 5, 24)
Jesús, muerto y resucitado, es la firma de Dios, el arco de Dios en el Cielo, la señal de su pacto. Un pacto que Dios cumple y renueva cada día, y que todo bautizado ha de mantener y renovar bajo la acción y el empuje de la Palabra y el Espíritu de Dios. El bautismo implica continuación.
“A CONTINUACIÓN, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían.”
Cuarenta, en la Biblia, tiene significado de CAMBIO. En los cuarenta años de travesía por el desierto, Israel se preparó para un gran cambio: pasar de la esclavitud a la libertad.
A través de la prueba de su Cuaresma, Jesús se prepara para un gran cambio: pasar de su vida privada a la pública. Una experiencia que cada año nos hace recordar la radical inadaptabilidad ante cualquier sistema temporal, o estilo de vida, que por muy beneficioso que se presente ante nuestros ojos, no encaja en los planes de salvación y liberación de Dios.
La Cuaresma es tiempo de cambios personales, cambios que pueden hacer cambiar las realidades públicas. “En cambiar y creer en el Evangelio.” Está la clave del Reino.
Los ángeles sirven a Jesús, y Jesús al mundo. Y yo, ¿a quién, o de qué me sirvo? 
 
Joan Palero

“YO ESTABLEZCO MI PACTO CON VOSOTROS” LECTIO DIVINA DE LA PRIMERA LECTURA – DOMINGO I DE CUARESMA (CICLO B)

VERDAD – LECTURA

Gén 9,8-15

8 Dios dijo a Noé y a sus hijos: 9 “Yo establezco mi pacto con vosotros, con vuestros descendientes después de vosotros 10 y con todos los seres vivientes que hay entre vosotros: aves, ganados, bestias del campo, todos los animales que salieron con vosotros del arca. 11 Éste es mi pacto con vosotros: Ningún ser viviente volverá a ser exterminado por las aguas del diluvio, ni volverá a haber diluvio que arrase la tierra”.

 12 Y añadió: “Ésta será la señal del pacto que pongo entre mí y vosotros y todos los seres vivientes que hay entre vosotros, por todas las generaciones futuras. 13 Yo pongo mi arco iris en las nubes, y él será la señal de la alianza entre mí y la tierra.14 Cuando cubra de nubes la tierra, aparecerá el arco iris, 15 me acordaré de mi alianza con vosotros y con todos los vivientes de la tierra, y las aguas no volverán a ser un diluvio que arrase la tierra”.

Nos encontramos hoy en nuestra Lectio con este pasaje del libro del Génesis en el que después del diluvio universal, Dios se dirige a Noé y sus hijos para establecer con  ellos una nueva alianza, a pesar de la infidelidad de los seres humanos: “Ningún ser vivo volverá a ser exterminado”.

Eso sí, hay que hacer notar que esta alianza se extiende a la humanidad de todos los tiempos y a todos los seres vivientes

Una alianza o pacto en el que Dios da el primer paso. La iniciativa parte de Yahveh.

En este pacto Dios se compromete a derramar su bendición sobre todos los seres vivientes y muestra al ser humano su rostro misericordioso. Tal es así, que no pide nada a los seres vivientes al establecer dicha alianza. Es Él quien asume todo el compromiso.


Una alianza en favor de la vida, la paz y la felicidad de toda la creación.

El arcoíris será el signo visible de esta alianza eterna y recuerdo de la fidelidad de Dios a este pacto.

CAMINO – MEDITACIÓN

 

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • Dios, también, quiere establecer contigo su propio pacto, ¿de qué manera lo acoges? ¿Estás dispuesto a asumir dicho pacto?
  • En silencio, medita acerca de ese pacto, ¿a qué crees que se está comprometiendo Dios contigo?
  • Y tú, ¿estás dispuesto a comprometerte con Dios?
  • ¿Qué acciones vas a emprender esta cuaresma para ser fiel a ese pacto con Dios?

VIDA – ORACIÓN

Salmo 91

1 Tú que vives bajo la protección del Dios altísimo y moras a la sombra del Dios omnipotente,

2 di al Señor: “Eres mi fortaleza y mi refugio, eres mi Dios, en quien confío”.

3 Pues él te librará de la red del cazador, de la peste mortal;

4 te cobijará bajo sus alas y tú te refugiarás bajo sus plumas; su lealtad será para ti escudo y armadura.

5 No temerás el terror de la noche ni la flecha que vuela por el día,

6 ni la peste que avanza en las tinieblas ni el azote que asola al mediodía.

7 Aunque a tu lado caigan mil, y diez mil a tu diestra, a ti no te alcanzarán.

8 Te bastará abrir los ojos, y verás que los malvados reciben su merecido,

9 ya que has puesto tu refugio en el Señor y tu cobijo en el altísimo.

10 A ti no te alcanzará la desgracia ni la plaga llegará a tu tienda,

11 pues él ordenó a sus santos ángeles que te guardaran en todos tus caminos;

12 te llevarán en sus brazos para que tu pie no tropiece en piedra alguna;

13 andarás sobre el león y la serpiente, pisarás al tigre y al dragón.

14 Porque él se ha unido a mí, yo lo liberaré; lo protegeré, pues conoce mi nombre;

15 si me llama, yo le responderé, estaré con él en la desgracia, lo libraré y lo llenaré de honores;

16 le daré una larga vida, le haré gozar de mi salvación.

 

jueves, 18 de febrero de 2021

Año de San José / Canal de You Tube


Primer video del canal de You Tube

REFLEXIONES AUDIOVISUALES
SOBRE "PATRIS CORDE"
y nuevo canal de Youtube
Seguimos con novedades. Hoy dos más que os compartimos esperando que os puedan resultar interesantes.
En primer lugar, con motivo del Año de San José y de la publicación de la Carta Apostólica "Patris corde" del Papa Francisco, ofrecemos unas reflexiones audiovisuales.
Esta magnífica propuesta nos lega desde Valencia, de nuestro colaborador Joan Palero, que nos ofrecerá un video mensual en la lengua propia de su tierra.
Así pues, os compartimos el enlace al primer vídeo que contiene la introducción.
Y la segunda novedad, vinculada a la primera, es que con este motivo aprovechamos para estrenar nuestro nuevo canal de Youtube en el que alojaremos producción propia o, con permiso, otros videos en los que participe EAB
También os compartimos el enlace al canal de Youtube y os animamos a suscribiros a él.
Y si seguimos atentos, próximamante ofreceremos más novedades interesantes.
Enlace al vídeo Año de San José - intro:


Desde Roma (Pau Manent Bistué)

DESDE ROMA
 
Pau Manent Bistué es un seminarista de la Archidiócesis de Barcelona que se encuentra en Roma, ampliando estudios en Teología Fundamental en la Pontificia Universidad Gregoriana.
 
Desde EAB lo conocemos bien ya que hemos compartido muchas ilusiones y esfuerzos: formó parte unos años, antes de su ingreso en el Seminario de Barcelona, del grupo "Cinco panes y dos peces", unos de los grupos fundadores de EAB. Y en los años de seminarista ha colaborado en el grupo "5+2 junior", especialmente los veranos, en la actividad "Estiu junior".
Pau acaba de abrir una web (http://paumanent.es) con reflexiones y meditaciones cristianas. Desde EAB compartiremos algunas de estas magníficas aportaciones en nuestra web y nuestro facebook.
Estamos seguros que ésta de hoy, en el inicio de la Cuaresma, con el sentido del rito de la ceniza, y con la triple propuesta de la Iglesia para este tiempo (oración, ayuno y limosna), os va a resultar interesante y muy clarificadora.
Muchas gracias Pau por permitirnos sumar tu aportación "desde Roma" a nuestro servicio "con Roma".
MIRAD, ESTAMOS SUBIENDO A JERUSALÉN (Mt 20, 18)
Este miércoles 17 de febrero vamos a empezar un tiempo especial en la Iglesia, el tiempo de la Cuaresma. En este tiempo todos los hombres y mujeres son llamados a la conversión de sus vidas a fin de acercarse con espíritu renovado a Dios, nuestro amor primero, y a nuestros hermanos en la fe, que son el cuerpo de Cristo. Por eso expresa la liturgia de hoy con un gesto muy bíblico el inicio de este tiempo: la imposición de la ceniza.
Este rito de imposición de la ceniza hoy en día nos puede parecer un rito lejano, vacío de contenido. No obstante, es un símbolo muy fuerte que tiene sus raíces en el pueblo de Israel. Vemos, por ejemplo, que cuando el profeta Jonás llegó a Nínive para anunciar la destrucción de la ciudad si sus ciudadanos no se convertían, el rey decretó un ayuno de toda la población, y los ciudadanos se vistieron de saco y echaron cenizas sobre sus cabezas en símbolo de penitencia.
También, en tiempos del rey Asuero el pueblo de Israel sufría persecución a causa de su fe. La reina Ester tuvo que pedir el indulto del pueblo de Israel, y para que su súplica fuese escuchada se preparó durante tres días con ayunos y oraciones, se quitó sus vestidos reales para vestirse de saco, y dejó de
peinarse para echar ceniza sobre su cabeza.
Existen muchos otros casos en la Biblia dónde se nos recuerda este gesto penitente, pero me gustaría destacar por último el caso del justo Job. Job era declarado un hombre justo, es decir, sin pecado, un recto observante de la ley. Pero tras las desgracias que le acontecieron como prueba (la muerte de sus hijos, la pérdida de todas sus haciendas y la pérdida de la salud corporal, dando lugar a llagas por toda la superficie de su piel), el justo Job, afligido, se sentó en la puerta de su casa con la cabeza rapada, ceniza sobre su testa, y vestido de saco. Él, que según las escrituras no necesitaba convertirse, también realizó un recorrido penitencial para inquirir en su interior todos aquéllos apegos de los que debía liberarse y así amar más plenamente al Señor de la Vida. Y Dios se lo recompensó con una vida feliz.
Hoy, cuándo se nos imponga la ceniza sobre nuestra cabeza (sí, sobre nuestra cabeza y no en la frente como hemos venido haciendo en estos últimos años; la última instrucción de la Congregación del Culto Divino pide que se imponga la ceniza sin tocar a los fieles –por el Covid19-, y en la cabeza), debemos tener en cuenta que estaremos entrando en el orden penitencial, en un momento de preparación intensa dónde deberemos reconducir nuestras vidas hacia Dios, reconducir nuestro comportamiento de muertos hacia un comportamiento de vivos.
Para ello la Iglesia nos propone tres prácticas: el ayuno, la oración y la limosna. La oración, como decía santa Teresa de Ávila, es el diálogo amical con aquél que más nos ama. No debemos tenerle miedo a la oración pensando que es una pérdida de tiempo, un espacio vacío y aburrido donde no pasa nada… al contrario, la oración es el lugar privilegiado donde nosotros podemos tener una cita con el Señor, con aquél que primero nos ha amado. Si de verdad queremos convertir nuestras vidas hacia Dios, debemos mirar a Dios de frente, pedir la gracia de la conversión, restablecer los vínculos de amistad con Él. Del mismo modo que una pareja de enamorados no puede pasar ni 24 horas sin llamarse; ¿cómo podremos nosotros dejar pasar días y días sin dirigirle ni siquiera una mirada al Señor? ¿Sin escuchar su palabra? ¿Sin saludarlo en ningún momento del día? El Señor te ama y te llama, ¿vas de descolgar el teléfono y a hablar con Él?
Por otro lado, nuestra conversión debe pasar a través de la reconciliación con la Iglesia, el pueblo de Dios. Por eso se proponen las otras dos prácticas, el ayuno y la limosna. El ayuno es la práctica que nos acerca al sufrimiento de los que no tienen nada, de los echados y despreciados de esta sociedad. Debemos quitar de nuestro corazón todo aquello que lo llena de cosas banales y que lo adormecen: comilonas desmedidas, sexualidad descontrolada, ociosidad, amor al dinero… y muchos otros apegos; cada cuál piense cuáles son los suyos. No podemos reducir el ayuno a dos días al año en el que reducimos de forma más o menos fraudulenta la comida; el ayuno que quiere Dios es el ayuno del corazón, y éste de debe de practicar cada día, y más especialmente durante esta cuarentena. Además, un ayuno bien hecho nos ayudará a conocer mejor nuestros apegos, nos podrá en tensión y nos ayudará a limpiarlos, de manera que al final de este periodo tendremos una versión más sana de nosotros mismos.
Finalmente, la limosna, con la cuál hacemos partícipes al pueblo de Dios de nuestras riquezas. No se trata de dar mucho dinero, ni de dar aquello que nos sobra, sino de darnos a nosotros mismo como oblación para satisfacer el daño de nuestros pecados, hacernos copartícipes de la pasión de Cristo. Da tu tiempo en un voluntariado, ayuda a los vecinos de la escalera que necesitan salir a la calle a dar un paseo, llama a tus personas queridas que se encuentran lejos… haz tuyos el dolor de los otros a fin que Cristo haga suyos tus dolores: así Cristo será todo en todos mientras construimos el reino de Dios.
Al final de esta cuaresma la sociedad debe recibir una versión mejorada de nosotros mismos, una versión mejorada que ha sido posible por la gracia de Dios que actúa en nosotros. El Reino de Dios ya ha plantado su semilla en nuestros corazones, ¿la vas a regar?
 

Pau Manent

lunes, 15 de febrero de 2021

Retiro de Cuaresma

Este próximo sábado ofrecemos un Retiro de inicio de Cuaresma acompañados por el Icono de Homs (Siria), imagen que nos acerca a nuestros hermanos de la Iglesia Perseguida, y que nos invita a meditar sobre la paradoja y la aceptación de la Cruz. Estás invitado!
 

sábado, 13 de febrero de 2021

Comentario a las lecturas del Domingo VI del Tiempo Ordinario (Ciclo B) de nuestro colaborador Joan Palero (Valencia)


Domingo, 14 de febrero de 2021 - Año de San José
 
6º Del Tiempo Ordinario (Ciclo B)
 
San Marcos 1,40-45
 
 



Seguimos con el evangelio de san Marcos, el más corto de los cuatro evangelios, en el que Jesús, más que con palabras, habla a través de obras y milagros portentosos.
A diferencia del evangelio de Mateo, escrito para la cultura y mentalidad religiosa de los judíos; Marcos, enfoca este evangelio a la cultura y la mentalidad de los romanos. Un imperio de hombres fuertes, que, a fuerza de espadas y leyes impuestas, subyugaron al mundo hasta entonces conocido.
Si el evangelio de Mateo presenta, a los judíos, a Jesús como Rey; el de Marcos lo presenta a los romanos, dominadores de Israel, como el Siervo sufriente de Yahvé. Un Mesías que no viene a imponer, sino a proponer; no a ser servido, sino a servir; no a pedir, sino a darse; no a luchar usando el poder del odio y las armas, sino el del amor gratuito. El único poder capaz de salvar al hombre, identificándose con él y con todas sus necesidades y sufrimientos. Devolviéndolo a su antigua y rota comunión con Dios, y a través de esto, a la relación fraterna entre los hombres. Un libertador que, por encima de sí mismo, busca a toda la humanidad, a los opresores y a los oprimidos, sanándolos y liberándolos de los efectos de su enferma naturaleza y de los yugos que la oprimen.
“Se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.” (v40)
A la luz de la 1ª lectura: Levítico 13,1-2.44-46, parece ser que este leproso no era buen observador ni cumplidor de la Ley. Él quiere ser limpio, estar sano, y la Ley no responde a su necesidad, más bien, lo empeora, lo marca y aísla. Su única esperanza es Jesús, sabe que, si Él quiere, puede sanarlo. Se pone en camino, y contra toda regla, va en su busca y a su encuentro. Se le acerca, y Jesús no le recrimina por el incumplimiento de las prohibiciones levíticas, ni siquiera porque atenta contra su respeto y salud. Para Jesús, lo importante es el hombre, tú y yo, aquél, y no lo espantoso que pueda ser el pecado, representado en aquel tiempo en las enfermedades y desgracias.
Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio.»
Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio. (v41-42)
Jesús quiere limpiarle, pero su querer no se basa en palabras. Antes de decirle nada, se compadece, extiende su mano, y le TOCA, a pesar de ser consciente de todas las consecuencias. DESPUÉS de tocarle, es cuando le dice.
Jesús es la Vida, vino para que tengamos vida, y para que la tengamos en abundancia. Primero vida, limpieza, después ya vendrán las prohibiciones y leyes:
Le despidió al instante prohibiéndole severamente: «Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio.»
El amor de Dios no es un amor de lejos, no consiste en solo palabras, es concreto, (San Juan 3, 16). Es compasivo, da los pasos necesarios, se acerca y se extiende hasta tocar lo más íntimo de las impurezas.
Cuantas veces, tratando de ser cristiano, me conformo con mi condición de pecador, y viéndome impuro, me quedo con un Jesús allá a lo lejos. Creyendo, pero sin creer; cumpliendo mandamientos, pero leproso, harapiento y despeinado.
¿Dónde queda la fe, audaz y osada, en el que sé que puede y quiere limpiarme?
*El milagro está en la cercanía de Jesús, y en querer acercarse a Él, con la seguridad de que no voy a ser despreciado. En ser cristiano de cerca. Pecador, sí, pero perdonado; leproso, pero sano declarado limpio por Jesús; imperfecto, débil, … pero perfecto y fuerte en el poder de su Gracia.
En la pluma del evangelista san Marcos, Dios pone todo su empeño en demostrar, que, Jesús no ha venido a juzgar, sino a salvar; no vino para enseñorearse con adoctrinamientos y leyes que subyugan al hombre y lo mantienen igual o peor que está. Vino a legislar le ley de la Verdad en el Amor, que, traducida en misericordia, sana y libera.
Tocar lo intocable, saltarse lo establecido siempre trae problemas. San Pablo lo sabía, y lo recomienda en la segunda lectura: No deis motivo de escándalo a los judíos, ni a los griegos, ni a la Iglesia de Dios, … (1 Corintios 10,31–11,1) También Jesús, tocando al leproso, sabía a lo qué se enfrentaba, por eso le prohibió severamente contar nada. Pero hay cosas que no se pueden esconder ni callar cuando Dios nos rodea con cantos de liberación: Sal 31,1-2.5.11 Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación.
A causa de la conducta del leproso, Jesús, tendrá que hacer lo que el leproso tenía que haber hecho: No entrar en ningún pueblo, quedarse afuera, en descampado, y aun así acudían a él de todas partes.
Joan Palero

 

“CURA, SEÑOR, MI LEPRA” LECTIO DIVINA DE LA PRIMERA LECTURA – DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)

 


VERDAD – LECTURA

Lev 13,1-2.44-46

1 El Señor dijo a Moisés y a Aarón: 2 “Cuando alguno tenga sobre la piel una inflamación, una pústula o una mancha reluciente, síntoma de lepra, será llevado al sacerdote Aarón o a uno de sus hijos sacerdotes. 44 Ese hombre es un leproso e impuro. El sacerdote lo declarará impuro, pues lleva la llaga de la lepra en su cabeza. 45 El leproso andará harapiento, despeinado, la cara medio tapada y gritando: ¡Impuro, impuro! 46 Mientras le dure la lepra, será impuro y, siendo impuro, vivirá aislado, fuera del campamento”.

Hoy oramos con un fragmento del libro del Levítico. Dicho libro pertenece al llamado Pentateuco, es decir a los primeros 5 libros de la Biblia. En él se recogen las normas que deben regir el culto y que deben guardar las personas que se consagran al mismo.

Los versículos que hoy nos ofrece la liturgia, nos hablan precisamente acerca del ritual que deben seguir aquellas personas que se contagian de lepra.

Para los judío toda persona que contraía esta enfermedad debía ser apartada de la comunidad, pues dicho mal era sinónimo de impureza religiosa y de un castigo por parte de Dios. Al considerarse al leproso como un pecador era separado a fin de preservar la pureza del Pueblo.

En el hipotético caso de que el leproso se curara debía de realizar un sacrificio de expiación para volver a ser admitido a la comunidad.

El sufrimiento del leproso, por así decir era doble, no únicamente desde el punto de vista físico, si no también desde el punto de vista espiritual pues, en cierto modo, desde el punto de vista de la sociedad judía le alejaba de Dios.

Haciéndonos eco del evangelio y poniéndolo en paralelo con este fragmento, nos damos cuenta como Jesús viene a liberarnos de todo mal, tanto físico como espiritual. Acudamos a Él en nuestras necesidades para que nos libere total e integralmente.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • ¿Cuáles son las “lepras” que nos acechan ya sea en nuestro cuerpo o en nuestro espíritu?
  • ¿Cómo afrontamos dicha problemática?
  • ¿Solemos apartar a otra personas a causa de sus propias lepras?

VIDA – ORACIÓN

Salmo 23

1 El Señor es mi pastor, nada me falta:

2 en verdes praderas me hace reposar, me conduce hacia las aguas del remanso

3 y conforta mi alma; me guía por los senderos de justicia, por amor a su nombre;

4 aunque vaya por un valle tenebroso, no tengo miedo a nada, porque tú estás conmigo, tu voz y tu cayado me sostienen.

5 Me preparas una mesa ante mis enemigos, perfumas con ungüento mi cabeza y me llenas la copa a rebosar.

6 Lealtad y dicha me acompañan todos los días de mi vida; habitaré en la casa del Señor por siempre jamás.

“SEÑOR, LÍMPIAME” LECTIO DIVINA DEL EVANGELIO DEL DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)

 


VERDAD – LECTURA

Evangelio (Mc 1, 40-45)

El evangelio de hoy nos habla de inclusión, de cercanía, de acogida… Esa es la actitud de Jesús ante las necesidades del ser humano. Una actitud que en muchas ocasiones es incomprensible porque no entraba, ni entra dentro de lo que nosotros llamamos lo «políticamente correcto»; no entraba, ni entra dentro de los parámetros en los que debe moverse una persona de bien, una persona decente; no entraba, ni entra dentro de lo que cabría esperar de un hombre religioso y mucho menos de aquel que se autoproclamaba Hijo de Dios. Así era en aquel tiempo y así es ahora.

Ciñéndonos a la época de Jesús, y más en concreto al Evangelio con el que hoy vamos a orar, nos encontramos con que Marcos nos relata la curación de un leproso; por cierto, relato único en este Evangelio.

Jesús ha ido recorriendo toda Galilea, tal y como se nos ha dicho anteriormente (Mc 1,39), probablemente ha llegado al desierto. Allí, moraban una serie de personas que debían vivir al margen de la sociedad, porque no eran considerados «dignos» de vivir con los demás; entre otros, los leprosos.

Antes que nada, hay que aclarar que el concepto de lepra en la época de Jesús era sinónimo de infinidad de enfermedades de la piel, y no específicamente lo que hoy conocemos como enfermedad de Hansen, o lepra.

En aquel entonces, según la Ley, los leprosos debían vivir apartados de las demás personas, al margen total de la sociedad, no tenían ningún derecho y no debían acercarse a nadie; es más, cuando estuvieran cerca de una persona debían gritar: «¡Impuro, impuro!» para advertir de su presencia (Lev 13,45-46); no debían contaminar a los demás (Núm 5,2-3). Pero, el leproso no sólo era rechazado por la sociedad, se creía que, además, era una persona rechazada por Dios, puesto que desde el punto de vista cultual era impura. Para poder retomar su relación con Dios, y por tanto poder asistir a las celebraciones del Templo o la sinagoga, no bastaba con que dicha persona quedara curada de su enfermedad, sino que el sacerdote debía certificar que había sido purificado.

Jesús rompe con todas las reglas habidas y por haber, porque aunque quien se acerca a él es el leproso y le suplica ser curado, Jesús extendió su mano y le tocó, con este acercamiento se convertía también en un impuro (Núm 19,22; Lev 22,6).

Todo eso a Jesús no le importaba, lo verdaderamente importante para él era la persona: «Sí, quiero. Queda limpio» (Mc 1,41). No le importa haber incumplido la Ley, porque él ha venido para sanarnos de todas nuestras enfermedades, de todas nuestras limitaciones, de todos nuestros traumas y todas nuestras heridas y nuestras miserias. Jesús se compadece de la persona humana, sobre todo de aquel que más necesitado está de la misericordia de Dios y del amor del Padre. Jesús quiere que sepamos y sintamos que nadie en la sociedad puede ser un marginado, sino que toda persona, por el solo hecho de serlo, es digna de la bondad, del amor y de la cercanía de los demás seres humanos y, por supuesto, es merecedora del amor, de la misericordia y de la cercanía de Dios.

A continuación, le impone silencio: «No se lo digas a nadie» (Mc 1,44). Y aunque lo envía al sacerdote, no es para que le cuente quién le ha curado o cómo se ha producido el hecho, si no para que conste como testimonio, para que pueda volver a reinsertarse oficialmente en el entramado social y cultual de su pueblo. Lo cual no sirvió de nada, pues el leproso en lugar de dirigirse al templo, se retiró y se puso a anunciar con entusiasmo y a divulgar a voces la noticia (Mc 1,45). Se convirtió en predicador y anunciador de la Buena Nueva, del Evangelio. Lo cual provocó que Jesús ya no podía entrar libremente en ninguna ciudad, se queda en lugares solitarios, en el desierto, y hasta allí acudían a él de todas partes. Para Jesús los lugares de marginación y de exclusión no existen.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • ¿Quiénes son para ti los leprosos de hoy (excluidos de la sociedad, pobres, parados, personas sin hogar…)?
  • ¿Cómo te comportas tú con los leprosos contemporáneos, los acoges como Jesús o por el contrario los rechazas y excluyes de la sociedad y de tu vida?
  • ¿Te atreves, incluso, a transgredir las leyes injustas de pureza «de tu grupo», «de tu comunidad», «tu asociación»… para acercarte a los leprosos con los que te encuentras en tu vida diaria?
  • ¿Qué acciones emprendes o podrías emprender para reintegrar a los leprosos contemporáneos en la sociedad, en la Iglesia, en tu comunidad?

VIDA – ORACIÓN

Querido, Padre nuestro:

Seguramente, ninguno de los que estamos participando de esta oración,

somos «leprosos excluidos» de nuestra sociedad;

es por ello que queremos encomendártelos a tu corazón misericordioso.

¡Ayúdales en el camino de la vida!

jueves, 11 de febrero de 2021

El Video del Papa


EL VÍDEO DEL PAPA (canal de Youtube)

Desde 2016 el Papa graba mensualmente un vídeo en el que nos ofrece una breve reflexión a partir de la intención de oración que nos propone para ese mes.

Son unos videos de un minuto (minuto y medio como mucho) en que se combinan las palabras del Papa con imágenes sobre el tema.

Como estamos hablando de un formato bien breve, lo que pudiera parecer una dificultad de limitación se convierte en un contenido y formato kerigmático.

En estos años el Papa ha abordado cuestiones relevantes y actuales como el diálogo interreligioso y la fraternidad con todos los pueblos; el respeto a la Creación, también a los pueblos indígenas; la acogida a los necesitados, también a los refugiados...

Este 2021 el Papa ya ha publicado los vídeos

correspondientes a enero y febrero. El primero sobre

la fraternidad, señalando que todos somos hijos del

mismo Padre y, por tanto, hermanos. El segundo sobre

las mujeres que sufren violencia (física, verbal,

psíquica, sexual...)

A continuación os compartimos el enlace general al

canal de youtube y el enlace particular a estos dos

últimos vídeos correspondientes a este año.

Los vídeos también aparecen publicados en la web

Vatican News, de la que en una próxima ocasión

también hablaremos.

Enlace al canal de Youtube "El vídeo del Papa"

https://www.youtube.com/channel/UC3_w-2gDw2bb0P0rkqn_3IQ

Enlace al vídeo "Al servicio de la fraternidad"

https://www.youtube.com/watch?v=0nBFpmS6KEI...

Enlace al vídeo "Por las mujeres que son víctimas de la violencia"

https://www.youtube.com/watch?v=kHasECpKuxM

 

 

Reflexión. Nuevos Tiempos nuevas soluciones

NUEVOS TIEMPOS, NUEVAS SOLUCIONES
Uno de los grandes errores que los seres humanos, entre los que los cristianos no son este caso una excepción, es intentar "plantar tres tiendas" en la zona de confort donde se disfruta, al menos aparentemente, de seguridad y comodidad.
El principio básico y repetido mil veces es "si algo funciona, no lo toques". Pero aunque la letra parece resultona, en realidad a menudo la melodía desafina.
Pongamos como ejemplo un equipo de futbol. Si nos regodeamos en el éxito y nos convencemos que siempre será así, pero no acometemos las reformas necesarias... la edad de la plantilla irá subiendo cada año e, inexorablemente, aquellos buenísimos jugadores, que ganaron tantos títulos y eran los mejores, llegarán a los cuarenta y... el tortazo está asegurado.
El fenómeno "hagamos tres tiendas" en materia pastoral se plasma en derivadas como "siempre lo hemos hecho así" o "yo soy así, no puedo cambiar". Y, a la vez, en olvidar que debemos ser vidas en continua conversión e Iglesia en permanente reforma.
Si la Iglesia es el Pueblo de Dios que camina por la historia, un Pueblo en marcha hacia la Tierra prometida, y por ello vamos a recorrer en nuestro camino diferentes paisajes, concretados en diferentes épocas, lugares, culturas y, además, en convivencia con diferentes cosmovisiones, religiones, ideologías... si eso es así, ¿es sensato pretender cruzar el desierto en barco o el mar en moto?
Espero estar explicándome bien. Lo que desearía explicar es que, tal como dice el Mensaje final del Concilio Vaticano II a los jóvenes, "Cristo es eternamente joven" y, por extensión, la Iglesia debe mantener una respiración renovada. No podemos ser, en ningún modo, los anclados que no permiten que el soplo del Espíritu les mueva.
Aclaro: la renovación de la que hablo no pretende mercadear con la verdad. Desde Escuela de Animación Bíblica nos sentimos estrechamente unidos en comunión a Jesucristo por medio de su Iglesia y sus pastores. Siempre, insisto siempre, se nos va a encontrar dispuestos a colaborar con nuestros obispos y con tantas buenas iniciativas de Iglesia con las que convergemos en temática, en diócesis, en fraternidad.
A día de hoy participamos o colaboramos de la Associació Bíblica de Catalunya, Secretariado de Catequesis del Arzobispado de Barcelona, Catalunya Cristiana, Radio Estel, Ayuda a la Iglesia Necesitada, Familia Paulina, Misioneros Combonianos, Miracle Sound Radio... la lista es aun más larga y se merece que le dediquemos algún artículo a estas colaboraciones.
Así pues, nuestras diócesis, la Iglesia perseguida o la defensa de toda vida humana, siempre contarán con nosotros. Aunque también deseamos señalar que con la misma intensidad que defendemos la verdad lo pensamos hacer desde el diálogo y la misericordia.
De lo que sí desearíamos alejarnos es del inmovilismo que pretende atar las manos del Papa para que él pueda cumplir el encargo de Jesús de pastorear a la Iglesia "atando y desatando".
Estamos en una época de encrucijada, de cambios necesarios de sistemas, pero que corre el riesgo de cambiar los principios o de no cambiar los corazones.
En este escenario, o más bien en este cambio de escenario, aparece la oportunidad de responder con nuevas soluciones, que nos despiertan dudas e inseguridades. Me refiero, por ejemplo, a cómo acometer la reforma que nos ha suscitado la situación pandémica con sus consecuentes restricciones de presencialidad.
Éramos una comunidad casi completamente presencial. Y eso era bueno. Nuestra presencialidad "casa" con la voluntad de presencialidad de Dios que se ha quedado entre nosotros en Jesús Eucaristía. Pero las restricciones en movilidad y la necesidad de distancia social nos ha llevado a explorar unos nuevos medios. Y aunque no deben sustituir al encuentro presencial sí que podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que han llegado para quedarse.
Para quedarse... de cómo se queden entre nosotros, del uso que hagamos de ellos, dependerá que sean problema o solución. Un cuchillo puede servir para cortar el pan que se comparte o para acuchillar a alguien, por tanto su bondad depende no del cuchillo sino de la persona que lo usa y del uso que le dé.
Todo esto viene a cuento de que inevitablemente debemos preguntarnos todos, también Escuela de Animación Bíblica, si el modelo casi presencial que teníamos hasta hace casi un año, se puede mantener y si da respuesta, si es solución, en el escenario que hoy vivimos, en el paisaje que ahora recorremos.
En un próximo artículo concretaremos qué hemos mantenido, aun con dificultados, qué hemos dejado de hacer (algo de ello por qué se nos ha escapado y lo hemos perdido) y qué posibilidades se nos presentan en un futuro bien próximo.
No deseaba reflexionar en esas nuevas propuestas sin antes hacerlo sobre en qué paso del camino nos encontramos. Jesús y María nos llevan de su mano, esa es nuestra esperanza.
 

 
Quique Fernández
Coordinador de Escuela de Animación Bíblica 

domingo, 7 de febrero de 2021

“¡ESCÚCHAME, SEÑOR!” LECTIO DIVINA DE LA PRIMERA LECTURA – DOMINGO V DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B


 

VERDAD – LECTURA

Job 7,1-4.6-7

Job habló diciendo: 1 ¿No es un servicio la vida del hombre en la tierra? ¿No son sus días, días de jornalero?

 2 Como el esclavo suspira por la sombra, como obrero que espera su salario, 3 así meses de aflicción me han caído en herencia, me han tocado noches de dolor.

 4 Al acostarme, digo: “¿Cuándo llegará el día?”. Y al levantarme: “¿Cuándo será de noche?”. Y, presa de zozobras, doy vueltas hasta el crepúsculo.

6 Mis días huyen más raudos que la lanzadera; se esfuman sin ninguna esperanza.

 7 Recuerda que mi vida es un soplo, que mis huesos no volverán a ver la dicha.

La liturgia de este domingo nos ofrece en la primera lectura un fragmento del libro de Job. Un libro que trata de explicarnos el sufrimiento no merecido. Y en el que su protagonista a pesar de todos los acontecimientos y circunstancias que vive tan adversas, no deja en ningún momento de confiar en Dios. Dios saldrá a su encuentro en el momento oportuno y consolará su aflicción.

Nos encontramos hoy como Job, en una especie de conversación consigo mismo, se dirige a Dios para hacerle ver cómo se siente a causa de la situación de angustia y adversidad que está viviendo.

En esa conversación Job revela de aluna forma el gran sufrimiento que está sintiendo, incluso a nivel físico. Y como, en algún momento, le flaquean las fuerza para continuar la batalla de la vida. Tal es su desesperación que piensa que la dicha no volverá a su existencia.

En estas circunstancias tan adversas es cuando invoca a Dios para que Él venga en su ayuda. Los versículos que hoy estamos meditando dejan la cuestión abierta. Pero sabemos, que al final del libro, las súplicas de Job son escuchadas, y es entonces cuando hace una verdadera experiencia de la misericordia de Dios.

Cuando acudimos a Él, siempre responde a nuestras plegarias, aunque es posible que no lo haga en el momento que nosotros queremos, sino en el momento oportuno.

Así que acudamos a Dios en nuestras necesidades, en nuestras dificultades, en nuestras tristezas. El vendrá en nuestra ayuda.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • ¿Cómo afrontas tus momentos de dificultad, de sufrimiento, de incertidumbre, ?
  • ¿En dichos momentos pones tu confianza en Dios?
  • Recuerda los momentos en los que Dios a salido a tu encuentro precisamente para ayudarte en tus dificultades.

VIDA – ORACIÓN

Salmo 86

1 Escúchame, Señor, atiéndeme, pues soy pobre y desdichado;

2 guarda mi vida, pues soy tu amigo; tú eres mi Dios, salva a este siervo tuyo que en ti espera;

3 ten piedad de mí, Señor, pues te estoy llamando a todas horas;

4 alegra el corazón de este siervo tuyo, pues hacia ti, Señor, levanto mi alma.

5 Señor, tú que eres bueno y que perdonas, lleno de piedad para los que te invocan,

6 escucha mi plegaria, Señor, atiende a la voz de mi súplica;

7 en el día de mi angustia yo te llamo porque tú siempre me escuchas.

[…]

 5 Tú, Señor, misericordioso y compasivo, paciente y lleno de amor y de lealtad,

16 ven conmigo, ten compasión de mí; da tu fuerza a este tu siervo, salva al hijo de tu sierva,

17 dame una prueba de tu amor, para que mis enemigos lo vean y se avergüencen, pues tú, Señor, me ayudas y consuelas.