domingo, 25 de abril de 2021

Comentario a las lecturas del Domingo IV de Pascua (ciclo b) de nuestro colaborador Joan Palero (Valencia)

 Comentario a las lecturas del Domingo IV de Pascua (ciclo b) de nuestro colaborador Joan Palero (Valencia)

25, Abril de 2021
Domingo 4º de Pascua (Ciclo 😎
Primera lectura: Hechos 4, 8-12.
A los “gobernantes del pueblo y ancianos”, líderes en Israel, no les importa el hecho de que un vulgar hombre haya sido favorecido y sanado. Lo que en realidad les importa y preocupa es que se esté manifestando un Poder mucho más eficaz que el de ellos, que amenaza con ensombrecerles y quitarles el que ellos ejercen sobre los demás.
Nada nuevo ni extraño, es la actitud humana de todos los tiempos. La encontramos en el Israel de aquellos días, así como en la historia (pasada o presente) de todo pueblo o grupo humano, grande o pequeño, político o religioso.
El poder es esencial en la sociedad humana. Construye (al hombre y a la sociedad) cuando se usa buscando el bien común de TODOS; y destruye, cuando se abusa de él, y solo se busca el beneficio propio o de unos cuantos.
Durante siglos, y a través de sus profetas, Dios ha denunciado este y todo tipo de abuso, sobre todo el de aquellos que debiendo apacentar a su pueblo con la autoridad de su Palabra (que siempre es para el bien común de todos, no de unos cuantos), la utilizaron para ganar poder y autoridad propia, buscando seguridades y provechos personales para ciertas castas o grupos cerrados.
Dios se queja y denuncia: Ezequiel 34
“¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No deben los pastores apacentar el rebaño? … no habéis apacentado el rebaño. No habéis fortalecido a las ovejas débiles, no habéis cuidado a la enferma ni curado a la que estaba herida, no habéis tornado a la descarriada ni buscado a la perdida; sino que las habéis dominado con violencia y dureza.
En Jesús, Dios actúa, cumple su promesa con Justicia: “…los pastores no volverán a apacentarse a sí mismos. Yo arrancaré mis ovejas de su boca, y no serán más su presa.
Así dice Yahveh el Señor: Aquí estoy yo; yo mismo cuidaré de mi rebaño y velaré por él. Yo mismo apacentaré mis ovejas y yo las llevaré a reposar. Buscaré la oveja perdida, tornaré a la descarriada, curaré a la herida, confortaré a la enferma; pero a la que está gorda y robusta la exterminaré: las pastorearé con justicia.”
Jesús, asegura con palabras: “Yo soy el buen Pastor” (Jn 10, 11-18). Y con su actitud, confirma lo que dice: El buen pastor da la vida por las ovejas.
Para el dueño, las ovejas son su todo y su vida, por ellas da y arriesga, se da, se moja, huele a ellas.
Para el asalariado, su vida depende de sus seguridades, y su todo es el partido que saca o se gana.
Jesús, por su condición de Hijo de Dios y su íntima relación con el Padre, siente que: Todo lo que tiene el Padre es mío." (Jn 16, 15) No vive para sí, comparte vida con el Padre: Como el Padre vive, yo vivo por el Padre (Jn 6, 57). No trabaja para sí, hace el trabajo del Padre: “Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo.” (Jn 5, 17) Ama con el mismo corazón del Padre: "Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único..." (Jn 3, 16), quién a su vez, da su vida por salvar las ovejas. El Padre le conoce, y Él conoce al Padre, todo se desarrolla en torno a esa natural confianza de Hijo. Una confianza que, la segunda lectura (1ª Jn 3,1-2) invita a ser contemplada: "Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡LO SOMOS!"
Una realidad que, en la medida en la que vamos conociendo y siendo conocidos por Jesús, nos va transformando a su imagen, hasta llegar a ser semejantes a Él.
Que estos pensamientos purifiquen todas mis pretensiones. ¡Os deseo Feliz Reencuentro con el Buen Pastor!
“La actitud de Jesús, en cuanto a Pastor, es una lección que nunca se acaba de aprender. El pastor bueno, el líder verdadero, es el que sabe dejar de ser pastor o líder en beneficio del pueblo. No es buen líder el que sacrifica o diezma el rebaño para conservar su liderazgo.” (Misal de la Comunidad)
Joan Palero


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