LA CRUZ SE MUEVE
LA CRUZ SE MUEVE
¿Os habéis fijado que en Cuaresma y Semana Santa la Cruz se mueve?
Durante casi todo el año parece muy quieta, o más bien la tenemos algo atada.
No solo está clavado Jesús sino que clavamos, anclamos, la cruz para que no se mueva.
Y es que la Cruz puede resultar incómoda, molesta, y por eso la hemos convertido en un adorno, en un mueble.
Hace años se oía decir a alguna persona aquello de “que guapo que está Jesús en la Cruz”.
Pese a ser hijo de andaluz, nunca me ha cuadrado esa frase... pero la verdad es que a día de hoy ya se oye poco.
Pero sí que se mantiene esa dinámica mega estética: “vamos a organizar una adoración... ¿cómo la iluminamos? ¿cuántos focos tenemos? Jueguemos con las sombras...
Pero, eso sí, Jesús estate quieto, no te muevas que no saldras favorecido...
Y si no, la reducimos a un símbolo: ¡qué bien se está!, “hagamos tres tiendas...”.
Sobre todo, Jesús, recuerda, estate quieto y no nos compliques la vida.
Hemos convertido la Cruz en un sustantivo de esos que a priori señalan “lo que es” pero que acaba quedándose en conformarse con “lo que está”.
Pero Jesús es verbo, no sustantivo. Y desea hacer de la Cruz también verbo.
Por eso, la Cruz se mueve. Lleva casi 2000 años moviéndose por la historia, entre los hombres y mujeres de todos los tiempos y lugares.
La Cruz se mueve y sorprende, es locura y necedad, es paradoja.
Sorprende porque habla: Padre perdónales porque... es amor y perdón
Nos pregunta cuánto tiempo más seguiremos crucificando a otros Cristos: Hambre, guerras, racismo, soledad, persecución, abortos, eutanasia…
Sorprende porque llega como ariete que se clava en nuestro gran globo. Para deshincharnos y que encontremos lo que tenemos en el interior: un alma de Dios y para Dios.
¿Podemos percibir ese movimiento como un estorbo?
Imaginemos que estando en el agua ahogándome… desde el barco me tiran un flotador para salvarme ¿Me quejaré?
La Cruz se mueve, se me acerca, para salvarme.
Me he de agarrar a ella, me he de subir a ella.
Como Dimas, que se subió a última hora. Como María, que se subió desde la primera hora. Como Pedro, que se subió en la “recuperación de septiembre”.
En cambio, la Cruz para Judas fue mercancía en venta...
La Cruz te quiere transformar, se mueve porque quiere entrar en ti.
No podemos quedarnos con qué bonita fue la Misa, la homilía... se agradece pero... es mucho mejor “la Misa, incluso la homilía, me ha tocado, me ha incomodado, ¡me transforma!
Jesús hoy se mueve, pasa por tu lado y te dice súbete.
Pero este año no la podemos tocar y besar... no te equivoques, es la Cruz la que te toca a ti. Deja, pues, que ella te toque a ti, que te acaricie y te aguijonee.
Si quieres, cuando llegues a casa, coge tu cruz y abrázate a ella.
Pero no solo me refiero a la imagen de la Cruz. Súbete a tu Cruz: acepta tu Cruz, déjate transformar por ella: ese problema, esa enfermedad, tanto esfuerzo y cansancio...
Quizá no oigas aplausos: los crucificados tienen las manos clavadas.
En cambio, con sus brazos extendidos te ofrecen su corazón. Jesús desde la Cruz te ofrece su corazón.
Y al ejemplo de Jesús, aceptemos que para mañana ser resucitados, hoy debemos aceptar ser crucificados.
Las creencias son sustantivo, la experiencia de la fe, creer es verbo.
La Cruz se mueve... para mover nuestros corazones de la indiferencia.
La Cruz se mueve, súbete a ella.
Quique Fernández, diácono
Homilía del Viernes Santo de 2021
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