domingo, 20 de junio de 2021

“Echar todo por la borda”. Lectio Divina del XXII Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B


VERDAD – LECTURA  

Evangelio: Mc 4, 35-41

Estamos acostumbrados a “echar todo por la borda” cuando algo nos sale mal, cuando no se llevan a cabo nuestros planes, cuando las cosas no suceden como esperamos. Parece que son los demás quienes tienen que acoplarse a lo que nosotros queremos. Y esto lo tenemos tan interiorizado, que hasta las cosas de Dios queremos organizarlas a nuestro antojo. De ahí que cuando no salen las cosas como queremos, echamos las culpas a Dios de todo.

En este tiempo de pandemia, cuánta gente se ha contagiado, cuánta gente ha fallecido, cuántas relaciones se han roto, cuántos empleos se han perdido y cuánta vida social se ha visto afectada por el dichoso virus que no conocemos ni entendemos. ¡Cuántas veces hemos gritado a Dios: “¿por qué?”! Y es que nos creemos que controlamos todas las fuerzas a nuestro alrededor, que solos somos capaces de organizar y disponer de todo lo que deseamos, sin dar explicaciones a nadie. Algo que no es extraño, ni para nosotros, ni para aquellos hombres y mujeres que han formado parte de nuestra Historia Sagrada, como es el caso de Job, que se aferra a sus planes y lucha, se pelea con Dios, porque las cosas no le salen según su programa y, Dios le echa en cara su arrogancia, comparándola a la arrogancia de las olas del mar que, a lo largo de la historia de la salvación, ha sido un lugar de encuentro con Dios. El Pueblo de Israel estaba marcado por el paso del mar, había sido uno de los episodios de su historia que le había hecho clamar las maravillas de Yahveh y darle gracias, «porque es eterna su misericordia» (Sal. 106).

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También Jesús, se encuentra con sus discípulos en el mar. A los cuatro primeros, los elige junto al lago, mientras pescaban. Y en otras ocasiones, se retira con ellos y con la gente que le sigue en «la otra orilla», como vemos en el evangelio que la liturgia nos propone para este domingo.

Era «al atardecer» cuando deja a la gente y se lo llevan, sus discípulos en barca. Mientras que Él dormía, en la popa, echado sobre su cojín, sus  discípulos temen. Sus planes de paz con el Maestro, apartados de la gente, se les han roto. Les ha sorprendido algo que no esperaban: «una fuerte tempestad» que casi llena la barca de agua.  En ese momento de temor, los discípulos le despiertan diciendo: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?».

Ellos también han vivido la angustia, como nosotros la vivimos muchos días, se han encontrado con sus planes destrozados, con dificultades que no se ven capaces de salvar. Y sólo encuentran una salida: Despertar al Maestro para que haga algo. ¿No te suena a lo que también tú y yo hacemos?

Y es cuando se manifiesta la misericordia divina: «Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio, enmudece!». El Señor está al lado de los suyos y no los abandona. Entonces, «el viento cesó y vino una gran calma».

Jesús les dijo: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Dice san Marcos, que los discípulos «se llenaron de miedo y se decían unos a otros: “¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar le obedecen!”».

Una lección que aprender de este evangelio: Antes de “echarlo todo por la borda”, recurramos al Señor. Él, no nos abandona. Dejemos los temores, el miedo, lo viejo. Con Jesús, «Ha comenzado lo nuevo» (IICor 5, 14-17).

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha tocado el corazón?
  • ¿Cuántas veces has sentido coraje porque las cosas no te han salido como tú esperabas?
  • ¿Cuántas veces el miedo se ha apoderado de ti y te ha bloqueado?
  • ¿Cuántas veces has echado la culpa a Dios de lo que te pasaba?
  • ¿Cuántas veces te has peleado con Dios por no saber cómo salir de las situaciones por las que te ha ido llevando la vida?
  • ¿Has sentido alguna vez la mano de Dios que te ha salvado de alguna situación de la que no eras capaz de salir por tus propias fuerzas?
  • ¿Has notado que Dios te da cada día una nueva oportunidad?
  • ¿Te ha fallado tu fe en alguna ocasión difícil?

VIDA – ORACIÓN

Dios mío, porque eres verdad infalible, creo firmemente cuanto tú has revelado y la Iglesia nos propone para creer. Y expresamente creo en Ti, único y verdadero Dios, en tres Personas iguales y distintas, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Creo en Jesucristo, Hijo de Dios, encarnado y muerto por nosotros, que dará a cada uno, según su conducta, el premio o la pena eterna. Conforme a esta fe quiero vivir siempre. Señor, aumenta mi fe (Santiago Alberione).

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