domingo, 23 de enero de 2022

Evangelio del Domingo III - Domingo de la Palabra

 COMENTARIO DEL EVANGELIO DEL DOMINGO III DEL TIEMPO ORDINARIO (ciclo c) (Lc 1,1-4;4,14-21)

Joan Palero
DOMINGO DE LA PALABRA
Lecturas:
Nehemías 8,2-4a.5-6.8-10: “… Esdras trajo el libro de la ley ante la comunidad… abrió el libro en presencia de todo el pueblo, de modo que toda la multitud podía verlo; …”
Salmo 18: “Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.”
1ª Corintios 12,12-30: “… Pues todos nosotros, …, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo.”
San Lucas 1,1-4;4,14-21: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».
Entre otras muchas, hay una frase que desde el primer momento me impactó y atrajo mi atención, la que Benedicto XVI escribe en la introducción de su encíclica “Deus caritas est”:
“No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, CON UNA PERSONA (Jesucristo), que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva.”
De ella se desprende que la religión católica no es una religión de ideologías, de moralismos y enseñanzas sacadas de un libro (la Biblia), cosas que clasifican y dividen a las personas. Coincido con todos los que afirman que el cristianismo no es la religión de un libro, sino el fruto del encuentro con Jesucristo, quien viniendo a nuestro encuentro nos vivifica y pone en comunión con Dios y con las personas, sobre todo con la Comunidad de creyentes, y esto, a través de la Palabra y el Espíritu. La letra mata (escribe san Pablo) más el Espíritu da vida. (2 Cor. 3, 6)
Jesús mismo, Verbo de Dios, no solo fue encarnado por el Espíritu en las entrañas de la virgen María, sino que vivió, dio su vida y resucitó, por el poder y la fuerza de ese mismo Espíritu: “En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; …” Mediante el Espíritu Eterno se ofreció como víctima reconciliadora a Dios, y el poder del Espíritu le levantó de entre los muertos. (He 9, 14; Ro 8, 11)
“El Padre (escribe san Juan de la Cruz) no tiene otra palabra que decirnos sino la Palabra. (Cristo)” A través de ésta nos llega el don de la fe: Por tanto, la fe viene de la predicación, y la predicación, por la Palabra de Cristo. (Ro. 10, 17) Y por la fe en la palabra que vemos cumplida y cumplirse en Cristo, fuimos y somos sellados, llevados con y por el Espíritu Santo de la promesa. (Efesios 1, 13)
Al preguntarme: ¿Y para qué todo esto? No encuentro más respuesta que: Para que Cristo pueda, en nosotros su Cuerpo, seguir dando HOY cumplimiento a las Escrituras, siendo no solo palabra de respuesta a las preguntas de la humanidad, sino evidencias de ser la solución a todas sus necesidades.
Su Palabra lleva a poner los ojos fijos en Él, mientras que nuestras palabras a fijar las miradas en nosotros mismos.
Los ojos del mundo de hoy, ¿a quién ven?
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