lunes, 29 de agosto de 2022

La Ultima Cena

 


La Última Cena
(Leonardo Da Vinci)

La última cena es una de las obras probablemente más icónicas y conocidas del arte bíblico de todos los tiempos
Leonardo la pintó en el convento dominico de Santa Maria de las Gracias , en Milán, donde se encuentra actualmente, como encargo de Ludovico Sforza, uno de sus principales patrocinadores

Mide 4,6 m de alto por 8,80 de ancho y se la considera una de las mejores obras pictóricas del mundo

Leonardo tardó tres años en culminar su trabajo, desde 1495 hasta 1498

La obra le absorbió totalmente en todos los sentidos, dedicándose meticulosamente por ejemplo a buscar cada una de las caras de los personajes, analizando su naturaleza y carácter y a veces deambulando por la ciudad hasta conseguir un rostro exacto para sus deseos, una técnica novedosa y extraña para la época. 

Esa meticulosidad que paralizó la vida conventual durante años causó que los monjes se quejasen enérgicamente al Duque que apresurase a Leonardo para que acabase su obra lo que se produjo a finales del año.

Una de los problemas insólitos que encontró Leonardo fue precisamente encontrar un rostro para el apóstol Judas. Se dice que en plena exigencia de los monjes para que acabase su trabajo, un Leonardo furioso,  amenazó con poner al traidor el rostro del prior, algo que no podemos saber con seguridad si se hizo realmente. De hecho una de las hipótesis sobre Judas es que Leonardo llegó a visitar cárceles para observar la fisonomía de criminales reales, y uno de ellos pudo convertirse en el rostro de Judas

Respecto a Judas Tadeo tiene una sospechosa similitud con el propio Leonardo, que probablemente quiso añadirse al grupo 



La obra fija en el tiempo el momento establecido en Juan 13,21 cuando Jesús afirma a sus apóstoles que uno de ellos iba a traicionarlo

Él se mantiene en el centro de la escena, mientras los apóstoles en grupos de tres, -formando lo que se conoce como las tríadas platónicas- y simbolizando con la repetición de elementos en grupos de tres la Santísima Trinidad,  muestran su inquietud por la gravedad del anuncio que han recibido, y todos ellos tienen un movimiento y una actitud específica, que da al conjunto un movimiento alejado de las habituales imágenes de iconografía católica donde sus participantes se mantienen habitualmente estáticos. Aqui unos se asustan, otros se levantan , otros se miran unos a otros; Judas se da por aludido y Pedro incluso -a su lado- saca una daga para defender a su Maestro.

Otro de los elementos peculiares analizados casi al microscopio nos muestra sal derramada frente a Judas, una simbología que no está del todo clara

La escena contiene la luz tenue de la última hora del día y detrás de ellos se encuentra una imagen que podría ser la del Paraíso

Otra de las curiosidades es la figura a la derecha de Juan. Sus rasgos son más femeninos que los del resto de apóstoles  y durante siglos se aventuró que en realidad en lugar de representar al apóstol Juan ese rostro representase a Maria Magdalena. De hecho en uno de los tratados que escribió sobre la pintura, permitirían deducir que el rostro en cuestión sería femenino , algo que evidentemente es una hipótesis posiblemente aventurada y una de las muchas elucubraciones sobre lo que pintaba que habría hecho su autor, y que viendo sus estudios sobre rostros jóvenes explicaría esos rasgos aparentemente menos masculinos de Juan. Eso sí, Juan lleva algo parecido a un collar o un colgante, con la cabeza inclinada al lado contrario que el resto de sus compañeros


Otro de los misterios de esta obra, es que siendo una de las imágenes iconográficas más importantes sobre Jesús, sobre él no hay pintada ninguna aureóla de santidad

Una gran paradoja de la obra es que en ella no aparece ni pan ni vino (Juan 6, 51-58) ni tampoco copa alguna, por tanto no hay Santo Grial

La Ultima Cena, desgraciadamente no fue un óleo normal, sino un mural ejecutado al temple y óleo sobre varias capas de yeso , lo que obligó a una compleja preparación para garantizar su supervivencia temporal usando aglutinadores de pintura que por el efecto del moho empezaron ya a resquebrajarse en 1500, iniciando una rutina constante de restauraciones. La última en 1977, que pese a que no ha podido recuperar la brillantez perdida en todos estos siglos  nos permite hoy contemplarla  como una de las obras maestras de la pintura de todos los tiempos

Una obra maestra incluso en la ordenación meticulosa de sus elementos, que hoy sería sencilla con ordenadores pero en ese momento se hizo y con precisión milimétrica usando clavos e hilos para generar además las líneas de guía que usó y que hoy aún son visibles con rayos infrarrojos

La obra ha pasado por todas las vicisitudes imaginables incluido sobrevivir a un bombardeo durante la II guerra Mundial que derribó buena parte del convento, dejando eso sí la pared donde está esta obra casi intacta, milagrosamente








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