domingo, 13 de diciembre de 2020

Lectura Dominical III Domingo Adviento


 Comentario a las lecturas del III Domingo de Adviento (Ciclo B) de nuestro colaborador Joan Palero (Valencia)


Domingo, 13 de diciembre de 2020

3º de Adviento - GAUDETE (Ciclo B) 

-AÑO DE SAN JOSÉ-


Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. Una alegría que se renueva y se comunica. Evangelli Gaudium I

Llegamos al tercer domingo del adviento, el domingo del GOZO Y LA ALEGRÍA en la esperanza. Una esperanza que, aunque va gestándose en nuestro interior, va creciendo y tomando cuerpo, haciéndose cada día más difícil disimularla. Y es que la alegría no se puede esconder, ella misma traspasa todo nuestro ser, anuncia que estamos alegres, no solo con la sonrisa y el brillo del rostro, sino también en nuestros movimientos, sentimientos y relaciones con los demás. 

El salmo de este domingo no está tomado del libro de los Salmos, sino del evangelio de san Lucas, concretamente del Magníficat.  Es el canto de una adoración gozosa y alegre que surge de los labios, del alma y el espíritu de María.  Todo el anuncio que le ha traído el ángel está encabezado por la alegría: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.” Y termina con una nueva alegría: Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez y este es ya el sexto mes de la que se decía que era estéril, porque no hay nada imposible para Dios.'


María no puede esconder su alegría en Dios, la traspasa, la moviliza y pone en camino hacia el encuentro de su pariente Isabel, en el que, a pesar de las penurias del viaje, experimentarán el clímax de la más grande y doble alegría: La de decir sí a Dios, querer gestar y dejar que Jesús sea formado en mí, y la de salir al encuentro del otro, a quien Dios también ama y del que no se ha olvidado, sino que también ha querido hacerlo partícipe en su historia de salvación. 


El evangelio de Lucas es el que mejor expresa la alegría y el gozo de los que esperan y viven en y por el Salvador. Empieza con el gozo de Zacarías ante el anuncio de algo imposible a los ojos humanos, el nacimiento de su hijo Juan: “No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará un hijo, a quien pondrás por nombre Juan;

será para ti gozo y alegría y muchos se gozarán en su nacimiento, (Lc 1, 13-14). Y termina con el gozo de los discípulos volviendo a Jerusalén, tras la ascensión: “Ellos, después de postrarse ante él, se volvieron a Jerusalén con gran gozo.” (Lc 24, 52)

En su misericordia, Dios está de nuestra parte, viene a nuestro encuentro y al de toda la humanidad, y esa es nuestra esperanza y fortaleza: No estéis tristes: la alegría de Yahvé es vuestra fortaleza. (Nehemías 8, 10) Es la fuerza que nos impulsa, la de la unción del Espíritu, la que haciéndonos salir de las fortalezas de nuestro confort, nos envía: para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor.

Una alegría compartida es una doble alegría que nos hace Desbordar de gozo con el Señor y alegrarnos con nuestro Dios. 

No es fácil, pero si posible. Las contrariedades de la vida están ahí y nos sacuden, pero ante ellas, María meditaba y guardaba la Palabra en su corazón. Todo parecía salirle al revés, pero nunca perdió la esperanza, ni ante el dolor punzante de las espadas que atravesaron tantas veces su corazón. En su espíritu supo alegrarse en Dios, su Salvador.

De ahí que san Pablo diga a los creyentes de Tesalónica: Estad siempre alegres. Sed constantes en orar. Dad gracias en toda ocasión: ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros. No apaguéis el espíritu, (1 Tes 5,16-24)


Que la voz de nuestra alegría sea quien anuncie a Jesús en tantos desiertos inmensos de tristezas que hay a nuestro derredor. 

Alégrate, está tan cerca que está en ti y en mí.    


Joan Palero

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