domingo, 10 de enero de 2021

Ahora empieza la Navidad. Lectio Divina del Domingo del Bautismo del Señor. Tiempo de Navidad – Ciclo B

 

VERDAD – LECTURA

Evangelio: Mc 1,7-11

Hoy celebramos la fiesta del Bautismo del Señor y con ella, la Iglesia, pone fin al tiempo de Navidad. El bautismo marca un antes y un después en la vida de toda persona y también en la de Jesús.

Y, como ocurre en cualquiera de nuestras familias, su bautismo es anunciado; pero no por su familia, sino por un precursor excepcional: Juan, el Bautista, que no se cansa de gritar en el “desierto” y proclamaba: «detrás de mi viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la corre de sus sandalias».

A todos nos cuesta “agacharnos”, pero en la sociedad judía, era una práctica muy habitual entre los “siervos”; ellos tenían que descalzar a sus “señores” cuando llegaban de la calle. Juan se sabía tan pequeño ante Jesús, que no se sentía digno de desatarle ni la correa de su sandalia. Pero, además, nos cuenta algo novedoso, no conocido por los judíos hasta aquel momento. Y además, no entendible. Juan les dice: «Yo os he bautizado con agua, pero Él os bautizará con Espíritu Santo».

¿Cómo puede ser eso? Seguro que esta pregunta rondaban por la mente de quien lo escuchaba, como rondaría por la nuestra. Sólo conocían el bautismo de Juan y ese era con agua, un bautismo de conversión. Sin embargo, “el que vendrá”, nos bautizará «con Espíritu Santo» y el Espíritu es fuego que abrasa, que purifica. Por tanto, mientras que el bautismo de Juan es de conversión, el de Jesús es de purificación; no sólo se trata de que el hombre reconozca sus miserias, se arrepienta, sino que lo  deja limpio, lo devuelve al estado original, como Dios lo creó en un principio.

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Otra pregunta que se harían los judíos sería: ¿de quién habla, a quién se refiere Juan, quién es ese que nos bautizará con Espíritu Santo? El evangelista nos lo cuenta: Jesús, el de Nazaret de Galilea que llegó «por aquellos días y fue bautizado por Juan en el Jordán». Muchos eran bautizados por Juan pero no con todos sucedía aquello que vieron en el cielo cuando salió Jesús del agua. Se rasgaron los cielos y el Espíritu bajó, hacia Él, en forma de paloma, mientras «se oyó una voz desde los cielos: “Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco”». Aquello fue una imagen insólita, nunca vista por los judíos que estaban alrededor de Juan, por los ya bautizados, y por aquellos que esperaban su momento para ser bautizados. Dios, en su Trinidad se hace presente. Es la Teofanía, la manifestación de Dios a todos los presentes. Una “segunda Epifanía”. Jesús, se manifestó en el pesebre como Hombre, como Rey de reyes. Ahora, se manifiesta como Dios. En Él lo humano y lo divino están unidos.



CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha tocado el corazón?
  • ¿Cómo has vivido esta Navidad?
  • ¿Has celebrado que es Dios mismo quien se ha hecho hombre o te has centrado sólo en pensar que, como consecuencia de la pandemia, no podías celebrar estas fiestas con tus seres queridos?
  • Termina el tiempo de Navidad con el bautismo de Jesús. Pero Dios se sigue encarnando en cada hombre que quiere recibirlo. ¿Te has parado a pensarlo?
  • ¿Sabes que Dios se encarna en ti cuando tú quieres vivir con Él?
  • ¿Puedes decir que la Navidad se ha terminado o debes decir que es ahora cuando tú tienes que ser Navidad para los demás?
  • ¿Recuerdas el día de tu bautismo?
  • La mayoría fuimos bautizados siendo muy pequeños. ¿Sabemos qué día nos bautizaron?, ¿celebramos nuestro bautismo?

VIDA – ORACIÓN

Gracias, Señor, por haberte encarnado y hacerlo en la humildad de un pesebre. Ser rico es muy fácil. Ser pobre, a nadie nos gusta. Gracias porque nos has enseñado que te encarnas donde menos lo esperamos; gracias porque siempre nos sorprendes. Y además, desde el principio, nos has querido como el Padre nos creó. De ahí que no cesas de inventarte una y mil cosas por devolvernos al estado primero, por salvarnos, por tu bautismo de fuego, de purificación. Ahora nos toca a nosotros ser manifestación de lo que Tú has venido a enseñarnos. Gracias, Señor, porque ahora comienza nuestra navidad. Es ahora cuando nos toca gritar al mundo, proclamar en el “desierto” que Dios nos ama, que está enamorado de nosotros y nos brinda millones de oportunidades para que volvamos a Él.


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