Gén 22,1-2.9a.10-13.15-18
1 Dios pronunció todas estas palabras:
2 “Yo soy el Señor, tu Dios, el que te sacó de Egipto, de la casa de la esclavitud. 3 No tendrás otro Dios fuera de mí. 4 No te harás escultura ni imagen alguna de lo que hay arriba en el cielo, o aquí abajo en la tierra o en el agua bajo tierra. 5 No te postrarás ante ella ni le darás culto, porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad del padre en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, 6 pero demuestro mi fidelidad por mil generaciones a todos los que me aman y guardan mis mandamientos.
7 No tomarás el nombre del Señor en vano, porque el Señor no dejará sin castigo al que toma su nombre en vano.
8 Acuérdate del día del sábado para santificarlo. 9 Seis días trabajarás y en ellos harás todas tus faenas; 10 pero el séptimo día es día de descanso en honor del Señor, tu Dios. No harás en él trabajo alguno ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu ganado, ni el extranjero que habita contigo. 11 Porque en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar y cuanto hay en ellos, y el séptimo descansó. Por ello bendijo el Señor el día del sábado y lo santificó.
12 Honra a tu padre y a tu madre para que tus días se alarguen sobre la tierra que el Señor, tu Dios, te da.
13 No matarás.
14 No cometerás adulterio.
15 No robarás.
16 No darás falso testimonio contra tu prójimo.
17 No desearás la casa de tu prójimo, ni su mujer, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que a él le pertenezca”.
Meditamos y oramos hoy con el comienzo del capítulo 20 del libro del Éxodo. Aquí nos encontramos con los llamados diez mandamientos, que en hebreo se denominan “las diez palabras”.
Con estas “diez palabras” Yahveh quiere sellar la Alianza que establece con su pueblo elegido, con Israel.
Aquí Yahveh se rebela como el Dios de Israel, un Dios que cuida de su pueblo: lo sacó de la casa de la esclavitud; un Dios único; un Dios celoso, pero al mismo tiempo amoroso y fiel, como lo es el esposo con la esposa.
Siempre que me llamado la atención que de estas “diez palabras”, tres están relacionadas con Dios y siete están relacionadas con el prójimo. Por lo que Yahveh no quiere darnos únicamente pautas para relacionarnos con Él, sino también pautas para que nos relacionemos con nuestros hermanos de una manera más satisfactoria y alcancemos así la felicidad.
Estas “diez palabras” ofrecidas al Pueblo de Israel por parte de Dios en el Monte Sinaí, son un resumen de toda la Ley, de todas las normas, de todos los preceptos con los que podamos regular nuestras relaciones, tanto con Dios como con el prójimo.
Sería muy interesante poder comentar cada una de estas “diez palabras”, lo cual nos llevaría algún tiempo, no lo vamos a hacer, porque lo más importante ahora es que oremos con el texto, no que lo desentrañemos en toda su amplitud.
Lo más importante es que estas “diez palabras” son el reflejo del amor que Dios nos tiene a toda la humanidad y nosotros hemos de responder a ese amor de Dios, aceptando, acogiendo y adhiriéndonos a esta Alianza.
El culmen de los Diez Mandamientos, sin duda, se encuentran en Jesucristo, que resumió toda la Ley en el mandamiento del amor: “Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”.
CAMINO – MEDITACIÓN
- ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
- ¿Qué imagen tienes de Dios? ¿Un Dios vengativo y castigador? ¿Un Dios bonachón y permisivo? ¿Un Dios tapagujeros? ¿O un Dios Padre amoroso y misericordioso, que en ocasiones tiene que mostrarse severo, pero que nos cuida con amor?
- Medita cada una de las “diez palabras” y tómale el pulso a la respuesta que das a Dios y a tu hermano, respecto a cada una de ellas.
- ¿Aceptas, acoges y te adhieres a esta Alianza que Dios también hoy quiere establecer contigo?
- Acoge e intenta llevar a la práctica sobre todo el mandamiento del amor que nos dejó Jesucristo como distintivo del cristiano.
VIDA – ORACIÓN
Salmo 136
1 Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor; 2 dad gracias al Dios de los dioses, porque es eterno su amor; 3 dad gracias al Señor de los señores, porque es eterno su amor.
4 Sólo él ha hecho grandes maravillas, porque es eterno su amor. 5 Él hizo los cielos con sabiduría, porque es eterno su amor. 6 Él afirmó la tierra sobre las aguas, porque es eterno su amor.
7 Él hizo las lumbreras grandes, porque es eterno su amor: 8 el sol para presidir el día, porque es eterno su amor; 9 la luna y las estrellas para presidir la noche, porque es eterno su amor.
10 Él hirió de muerte a los primogénitos de Egipto, porque es eterno su amor: 11 sacó de allí a Israel, porque es eterno su amor; 12 con brazo extendido y mano fuerte porque es eterno su amor. 13 Él dividió en dos partes el mar Rojo, porque es eterno su amor; 14 e hizo que Israel pasara por en medio, porque es eterno su amor; 15 él hundió en el mar Rojo al Faraón y a su ejército, porque es eterno su amor. 16 Él guio a su pueblo a través del desierto, porque es eterno su amor; 17 hirió de muerte a grandes reyes, porque es eterno su amor; 18 quitó la vida a reyes poderosos, porque es eterno su amor; 19 a Sijón, rey de los amorreos, porque es eterno su amor; 20 y a Og, rey de Basán, porque es eterno su amor; 21 y dio sus tierras en herencia, porque es eterno su amor; 22 en herencia a su siervo Israel, porque es eterno su amor.
23 Él se acordó de nosotros en nuestra humillación, porque es eterno su amor; 24 y nos libró de nuestros enemigos, porque es eterno su amor. 25 Él da de comer a todas las criaturas, porque es eterno su amor.
26 Dad gracias al Dios del cielo, porque es eterno su amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario