sábado, 4 de septiembre de 2021

ÁNIMO, NO TEMÁIS» LECTIO DIVINA DE LA PRIMERA LECTURA – DOMINGO XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)

 



VERDAD – LECTURA  

Isaías 35,4-7a

4Decid a los pusilánimes: ¡Ánimo, no temáis! Mirad, es vuestro Dios; ya viene la venganza, la revancha de Dios; viene él mismo a salvaros.5Entonces se abrirán los ojos de los ciegos, y los oídos de los sordos se abrirán. 6Saltará el cojo como un ciervo, la lengua del mudo gritará de júbilo, porque en el desierto brotarán corrientes de agua, y torrentes en la estepa; 7la tierra ardiente se trocará en estanque, el suelo sediento en hontanar de aguas.

Las palabras que nos ofrece hoy el profeta Isaías en la primera lectura son sobre todo de ánimo, consuelo y esperanza ante la opresión de Babilonia. Los desterrados volverán a sus hogares a través del desierto, donde el pueblo de Israel será purificado. Pero, por fin, Yahveh ha puesto fin a su opresión.

Dios viene a salvar a su Pueblo. Una salvación que viene descrita por el Profeta de una manera bastante gráfica: los ciegos ven, los sordos oyen, los cojos andan y los mudos gritan de júbilo. También la naturaleza se hace eco de esta liberación: en el desierto y en la estepa brotan torrentes de agua.

Pero esta salvación adquiere un carácter universal, pues todas las naciones podrán contemplar como Dios ha actuado en favor de su Pueblo, manifestando así su gloria. Dios está comprometido con su Pueblo, pues aunque este no haya sido fiel a la Alianza, Dios se mantiene fiel cuidando de él

El pueblo de Israel podrán volver a ver la cercanía de Dios y escuchar su palabra. E Israel deberá ser quien fortalezca a los débiles y anime a los abatidos, siendo conscientes de la presencia de Dios en medio de ellos. Dios es capaz de transformar cualquier situación de dificultad, de opresión, de sufrimiento, en alegría, en libertad, en crecimiento.

Podemos intuir en estas palabras del profeta Isaías un anticipo de la gran liberación que nos traerá Jesucristo a toda la humanidad. Pues él inaugurará un tiempo nuevo en el que todo sufrimiento será destruido y hasta la muerte será vencida.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • ¿Cómo afrontas las dificultades cotidianas de tu día a día? ¿Te desesperas, te impacientas, adoptas una actitud pesimista? O por el contrario mantienes la esperanza, la ilusión, el optimismo?
  • ¿En quién, quienes o qué tienes depositada tu confianza? ¿Confías totalmente en Dios o confías más en tus propias fuerzas?
  • ¿Te mantienes atento a los signos y señales de esperanza que Dios va mostrándote en tu vida diaria? ¿Eres conscientes de todas las acciones que Dios realiza en favor tuyo y de la humanidad?
  • ¿Percibes la llamada de Dios que nos impulsa a transformar el mundo?
  • ¿Vas contagiando esperanza a tu alrededor?

VIDA – ORACIÓN

Salmo 35

1El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién podré temer? El Señor es la fortaleza de mi vida, ¿ante quién puedo temblar?

2Cuando me asaltan los criminales para destrozarme, son ellos, mis opresores y enemigos, los que tropiezan y sucumben.

3Aunque un ejército acampe contra mí, mi corazón no teme; aunque una guerra estalle contra mí, estoy tranquilo.

4Una cosa pido al Señor, sólo eso busco: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida para gustar la dulzura del Señor y contemplar la belleza de su templo.

5Él me dará cobijo el día de la desgracia, me esconderá en lo oculto de su tienda, me subirá a lo alto de la roca; 6así mi cabeza dominará a los enemigos que me cercan, en su tienda podré ofrecer sacrificios entre aclamaciones, cantando y ensalzando al Señor.

7Escucha, Señor, mi grito suplicante, ten compasión de mí, respóndeme.

8De ti mi corazón me ha dicho: “Busca su rostro”; es tu rostro, Señor, lo que yo busco; 9no me ocultes tu rostro, no rechaces con cólera a tu siervo; tú eres mi auxilio, no me abandones, no me dejes, oh Dios, salvador mío.

10Mi padre y mi madre me han abandonado, y el Señor me ha recogido.

11Enséñame, Señor, tus sendas y guíame por el camino recto, pues me están acechando; 12no me entregues al capricho de mis perseguidores, pues se han alzado contra mí testigos falsos que respiran violencia.

13Yo estoy seguro que he de ver los bienes del Señor en el mundo de los vivos.

14Espera en el Señor, ten ánimo, sé fuerte, espera en el Señor.




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