sábado, 25 de septiembre de 2021

CONCEPTO BÍBLICO DE LO SAGRADO (II) LUGARES SAGRADOS ANTERIORES AL TEMPLO DE JERUSALÉN: SANTUARIOS Y TABERNÁCULO

 CONCEPTO BÍBLICO DE LO SAGRADO (II)

LUGARES SAGRADOS ANTERIORES AL TEMPLO DE JERUSALÉN: SANTUARIOS Y TABERNÁCULO
Javier Velasco-Arias
Los montes, especialmente, se convertirán en espacios sagrados por excelencia. La montaña es signo de la presencia de Dios: Horeb, Sinaí, Nebo, Carmelo, etc. son lugares desde donde Dios se manifiesta.
Nos puede servir de ejemplo, la montaña del Sinaí, donde Moisés recibe las Tablas de la Alianza y encontramos una de las teofanías más importantes del Antiguo Testamento:
El monte Sinaí, donde Yahvé se hace presente ante su pueblo Israel: «al tercer día el Señor descenderá a la vista de todo el pueblo sobre el monte Sinaí» (Ex 19,11); donde manifiesta a Moisés cual es su voluntad para su pueblo: «Y cuando terminó de hablar con Moisés sobre el monte Sinaí, le dio las dos tablas del testimonio, tablas de piedra, escritas por el dedo de Dios» (Ex 31,18). Una voluntad que busca el bien, la prosperidad, la felicidad de su pueblo. Dios hace una Alianza con Israel, un pacto de fidelidad. La montaña del Sinaí será siempre signo de la presencia de Dios, de su santidad, de su trascendencia, de la Alianza siempre fiel con su pueblo.
(Javier Velasco-Arias, «La montaña, signo de la presencia de Dios». Catalunya Cristiana 1194 [2002] 3).
Aunque la presencia de Dios se hace presente, en un primer momento, en cualquier lugar, ya que Dios no está condicionado por ningún espacio sagrado en la Tierra Lugares que después se convertirán en santuarios.
Así dice el Señor: El cielo es mi trono, y la tierra, el estrado de mis pies: ¿Qué templo podréis construirme o qué lugar para mi descanso? (Is 66,1).
Aunque la persona religiosa necesita un espacio físico, donde entrar en contacto con la divinidad:
10 Jacob salió de Berseba y se dirigió a Jarán.
11 Acertó a llegar a un lugar; y como se había puesto el sol, se quedó allí a pasar la noche. Tomó una piedra del lugar, se la puso como almohada y se acostó en aquel lugar.
12 Tuvo un sueño: una rampa, plantada en tierra, tocaba con el extremo el cielo. Mensajeros de Dios subían y bajaban por ella.
13 El Señor estaba en pie sobre ella y dijo: Yo soy el Señor, Dios de Abrahán tu padre y Dios de Isaac. La tierra en que yaces te la daré a ti y a tu descendencia.
14 Tu descendencia será como el polvo de la tierra; te extenderás a occidente y oriente, al norte y al sur. Por ti y por tu descendencia todos los pueblos del mundo serán benditos.
15 Yo estoy contigo, te acompañaré adonde vayas, te haré volver a este país y no te abandonaré hasta cumplirte cuanto te he prometido.
16 Despertó Jacob del sueño y dijo: Realmente el Señor está en este lugar y yo no lo sabía.
17 Y añadió aterrorizado: ¡Qué terrible es este lugar! Es nada menos que Casa de Dios y Puerta del Cielo.
18 Jacob se levantó de mañana, tomó la piedra que le había servido de almohada, la colocó a modo de estela y derramó aceite en la punta.
19 Y llamó al lugar Casa de Dios la ciudad se llamaba antes Luz
(Gn 28,10-19).
Este lugar dará posteriormente lugar a uno de los santuarios más importantes del Reino del Norte: Bet-El o Casa de Dios.
Será la época del desierto, después de la experiencia del Éxodo cuando el espacio sagrado de la manifestación de Dios lo encontraremos en la Tienda del Encuentro o Tabernáculo: una especie de Jaima transportable, donde se guardaba el Arca de la Alianza con las Tablas del Decálogo y desde donde el Señor hablaba con el pueblo, a través de Moisés, primeramente, y después de sus sucesores.
El Tabernáculo del desierto era un santuario portátil y desarmable, adaptado a los desplazamientos del período nómada de Israel. (Adolfo D. Roitman, Del Tabernáculo al Templo. Sobre el espacio sagrado en el judaísmo antiguo, Estella: Verbo Divino 2016, p. 42).
En él se manifestaba la gloria (כָּבוֹד) de Dios: su presencia gloriosa se hacia presente en medio de su pueblo.
Entonces la nube cubrió la tienda del encuentro, y la Gloria del Señor llenó el santuario. Moisés no pudo entrar en la tienda del encuentro, porque la nube se había apostado sobre ella y la Gloria del Señor llenaba el santuario. (Ex 40,34-35).
Javier Velasco-Arias
(publicado en el blog "Biblia y Pastoral el 24 de febrero de 2017)
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