VERDAD – LECTURA
Jn 18,33b-37
Hemos llegado al final del año litúrgico. Y la liturgia del día de hoy nos ofrece para nuestra consideración y oración el interrogatorio a Jesús por parte de Pilato, durante su proceso, según la versión ofrecida por el evangelio de Juan. El Maestro de Nazaret ha sido detenido en el Monte de los Olivos y ha sido llevado ante el Procurador romano. Éste debe hacerse una idea clara del delito de Jesús para condenarlo. La acusación es grave: se ha autoproclamado rey de los judíos. Pilato lanza directamente la pregunta a Jesús: ¿Eres tú el rey de los judíos? La respuesta de de Jesús no se hace esperar y quiere indagar cuál es el pensamiento de Pilato, quiere indagar si éste piensa que él cree que Jesús es el rey de los judío o, por el contrario, ha sido influenciado por lo que otros han dicho de él. ¿Es Pilato un juez justo? ¿Actúa desde la equidad?
Pilato evade el pronunciarse al respecto; acaso, es él judío. Los acusadores son otros, sus propios conciudadanos son quienes le han entregado, y más en concreto, los gobernantes de su pueblo. Pilato quiere hacer ver a Jesús que ellos, junto a sus paisanos, son los responsables de su arresto.
Por tanto, para Pilato es un problema menor. Es algo que atañe sobre todo a los judíos, no es un problema que pueda afectar al gran Imperio Romano, aunque le pregunte acerca de lo que ha hecho. Sin embargo, Jesús no ha cometido ningún delito censurable.
Jesús continúa aclarándole la primera pregunta que Pilato le ha hecho, afirmando que él es rey, pero no es un rey al uso, su reino no es de este mundo. Si fuera de este mundo su guardia y sus súbditos se hubiesen rebelado para ayudar a su rey.
La realeza de Jesús se fundamenta en el servicio, en la paz, en la misericordia, en la acogida… lo ha ido mostrando y demostrando durante toda su vida pública. Su realeza no se basa en el poder, la violencia, la dureza. Su Reino proviene del Padre, directamente de Dios.
La respuesta sorprende a Pilato. No es para menos. No entiende el significado de las palabras de Jesús. Y Jesús sigue: “He venido al mundo para ser testigo de la verdad”. La verdad es la verdad de Dios, un Dios misericordioso, amable, bondadoso, amoroso, implicado en la vida de los hombres. Y la máxima expresión de ese amor de Dios será, precisamente, la entrega voluntaria de Jesús. Y todo aquel que es de la verdad, escucha la voz de Jesús y pone en práctica sus enseñanzas.
CAMINO – MEDITACIÓN
- ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado más la atención, te ha gustado más, te ha tocado el corazón? ¿Qué quiere decirte Dios aquí y ahora, en este momento, con ello?
- Pilato entra en diálogo con Jesús, aunque sea para interrogarlo. En tu propia vida, ¿intentas entrar en diálogo con Jesús? ¿Con qué frecuencia?
- “¿Dices esto por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?” nos dice el evangelio. ¿Cómo es tu conocimiento de Jesús? ¿Crees que le conoces realmente? ¿Lo conoces de oídas? ¿Parte tu conocimiento de lo que otros han dicho de Él o de tu propia experiencia?
- ¿Qué sientes al oír a Jesús decir que su Reino no es de este mundo? ¿Qué significa eso para ti? ¿Eres consciente de que el Reino de Jesús es un Reino de servicio, de entrega desinteresada, de amor hasta el extremo?
- “Todo el que es de la verdad escucha mi voz” ¿Intentas escuchar a Jesús, entender su Palabra, poner en práctica sus enseñanzas?
VIDA – ORACIÓN
Hoy te proponemos orar con el Padrenuestro. Hazlo despacio, en él está el fundamento del Reino de Dios. Párate especialmente en las palabras “venga a nosotros tu Reino” y repara en los sentimientos, pensamientos y palabras que se va despertando en ti y en lo más profundo de tu corazón
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