sábado, 6 de febrero de 2021

Unas costumbres, una religión, una familia, una misión. Lectio Divina del evangelio del V Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B

Evangelio: Mc 1,29-39

Muchas veces, cuando pensamos en los discípulos, nos los imaginamos como unos “santos” inaccesibles para nosotros. Sin embargo, nada más equivocado. Los discípulos son gente sencilla, elegida por Dios en medio de su pueblo para cumplir una tarea, una misión. ¿O es que pensamos que, hoy, las vocaciones religiosas y sacerdotales son todos santos? Pues lo mismo pasaba con aquella gente, los discípulos. Eran gente que tenían una vida, un trabajo, una familia. Y así nos los presenta el evangelio de este domingo.

Como buenos judíos, los sábados iban a orar a la sinagoga. Era su día sagrado. Y Jesús sale de ella con dos hermanos: Santiago y Juan, los hijos del Zebedeo. Y se dirigen a casa de Simón y Andrés, otros dos hermanos, que con los anteriores, fueron los cuatro primeros llamados por Jesús. «Venid y os haré pescadores de hombres» (cf. Mc 1,14-20). Una religión: la judía. Un trabajo: eran pescadores.

Pero además, tenían una familia: eran hermanos. Y Pedro estaba casado. Tenía a su suegra enferman, «en cama con fiebre». La familia es importante «e inmediatamente le hablaron de ella». Para Jesús su familia es importante, pero también la familia de sus discípulos, de sus amigos. Porque Él también es hombre y tiene “Corazón”. Por eso, «se acercó, la cogió de la mano y la levantó». A la suegra de Pedro «se le pasó la fiebre y se puso a servirles».

Simplemente, tocándole con su mano, hizo el milagro y la mujer quedo sana. Por eso, al enterarse los vecinos, «le llevaron todos los enfermos y endemoniados». Era el «anochecer, cuando se puso el sol» y «la población entera se agolpaba a la puerta». Jesús «curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar».

Dice el evangelista que Jesús «se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar». Esta es una actitud que Jesús tiene de modo habitual. Siempre ora antes y después de hacer cosas importantes porque sabe que no es su voluntad la que ha venido a hacer, sino la voluntad del Padre.

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Cuando «Simón y sus compañeros» se levantaron, «fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron: “Todo el mundo te busca»”. Pero el plan de Dios ahora era otro y por eso les dice: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido». Y «así recorrió toda Galilea».

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha tocado el corazón?
  • Los primeros discípulos de Jesús eran judíos y cumplían con sus costumbres. ¿Qué costumbres debo cumplir yo, como católico?
  • ¿Las cumplo?
  • Ellos tenían una familia y se preocupaban de ella. ¿Me preocupo de mi familia?
  • ¿Le cuento a Jesús cómo se encuentran cada uno de los miembros de mi familia?
  • ¿O sólo recurro a Él cuando hay algún enfermo que necesita un milagro?
  • ¿Oro, como hacía Jesús, antes y después de las cosas importantes de cada día?
  • ¿Oro con frecuencia, aunque no tenga cosas importantes ni problemas?
  • ¿Busco a Jesús, como lo buscaron sus amigos?
  • Jesús tenía que irse a las aldeas cercanas porque para eso había salido. ¿Para qué “he salido” yo? ¿Cuál es mi misión?
  • ¿Está dentro de mis tareas importantes diarias la predicación?
  • ¿En qué debo mejorar?

VIDA – ORACIÓN

Gracias, Señor, porque te preocupas de los nuestros, de nuestra familia, de nuestros amigos y conocidos, de “nuestra gente”. Gracias porque no haces nada a tu antojo, sino que siempre cumples la voluntad de Aquel que te ha enviado. Perdóname porque soy perezoso y me cuesta hacer lo que debo. Ayúdame, Señor, a ser generoso también con todas las personas que me necesitan, sin pensar en mi descanso, como Tú lo hacías. Así sea.


 

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