domingo, 8 de agosto de 2021

“LEVÁNTATE Y COME” LECTIO DIVINA DE LA PRIMERA LECTURA – DOMINGO XIX DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)

 VERDAD – LECTURA




1Reyes 19,4-8

En aquellos días,  4Elías se internó en el desierto una jornada de camino y fue a sentarse bajo una retama, deseándose la muerte y diciendo: “¡Ya basta, oh Señor! Quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres”.

5Luego se acostó y se quedó dormido debajo de la retama. Un ángel le tocó y le dijo: “Levántate y come”. 6Miró en derredor, y vio a su cabecera una torta cocida sobre piedras ardiendo y un vaso de agua. Comió, bebió y luego se volvió a acostar.

7El ángel del Señor volvió por segunda vez, le tocó y le dijo: “Levántate y come, pues te resta un camino demasiado largo para ti”. 8Se levantó, comió y bebió, y con la fuerza de aquel manjar caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el monte de Dios, el Horeb.

Como ya sabemos por otras Lectios que hemos compartido, los libros de los Reyes continúan el hilo histórico de los libros de Samuel. La historia de los libros de los Reyes abarcan el período que va desde los últimos días del rey David hasta el destierro de Babilonia. Los profetas, junto con los reyes, son los principales protagonistas de estos libros.

Hoy, en concreto nos encontramos con un pasaje del primer libro de los Reyes, del llamado “ciclo del profeta Elías”. En esta época, el trono de Israel estaba ocupado por el rey Ajab, del cual sabemos por unos capítulos anteriores que fue una persona que “hizo lo que es malo a los ojos del Señor, más que todos sus predecesores; y, no bastándole imitar los pecados de Jeroboán, hijo de Nabat, tomó por esposa a Jezabel, hija de Etbaal, rey de los sidonios, y sirvió y adoró a Baal” (1Re 16,30s). El profeta Elías le reprochará su conducta, lo cual desatará, sobre todo, la ira de Jezabel. Debido a lo cual aquel tiene que huir.

Se encuentra atravesando el desierto y tras una dura jornada de camino, desalentado, desanimado y decaído, por los acontecimientos sucedidos, se sienta bajo una retama deseándose a sí mismo la muerte. Siente que él mismo Yahveh le ha abandonado. Es entonces cuando eleva una oración a Dios y se queda dormido.

Por medio de un ángel, Dios cambia radicalmente la situación y le da fuerzas para continuar el camino: ¡Levántate y come! Comió, bebió y se volvió a acostar. Elías se encuentra en la misma actitud que al principio. Pero, el encuentro con Dios no es sólo para alimentarse. Es para que recobre fuerza y vuelva a ponerse en camino hacia el monte Horeb.

Al igual que el pueblo de Israel, en el desierto, después de su liberación de Egipto, el profeta va a encontrarse con Dios.

Ante las dificultades, no es cuestión de huir o de dejarse morir. Es cuestión de volverse hacia Dios, ir a su encuentro y con fuerzas renovadas emprender el camino para continuar la misión de anunciar la cercanía de Dios y la liberación de su pueblo.

CAMINO – MEDITACIÓN

  • ¿Qué pasaje, versículo, frase o palabra te ha llamado la atención, te ha tocado el corazón? ¿Qué sentimientos despierta en ti? ¿Qué querrá decirte Dios, aquí y ahora, en este momento con ello?
  • ¿Cómo afrontas las situaciones de dificultad en tu vida? ¿Te abandonas? ¿Te dejas abatir?
  • Dios está presente en tus dificultades cotidianas, ¿lo sientes así?
  • ¿Qué señales de la presencia de Dios vas encontrando a lo largo de tu camino?
  • ¿Oras a Dios para que te ayude ante los problemas que se te presentan?
  • ¿Estás dispuesto, con la ayuda de Dios, a continuar tu camino anunciando que él está presente entre nosotros y nos sostiene en todo momento?

VIDA – ORACIÓN

Salmo 34

1Escúchame, Señor, atiéndeme, pues soy pobre y desdichado;

2guarda mi vida, pues soy tu amigo; tú eres mi Dios, salva a este siervo tuyo que en ti espera;

3ten piedad de mí, Señor, pues te estoy llamando a todas horas;

4alegra el corazón de este siervo tuyo, pues hacia ti, Señor, levanto mi alma.

5Señor, tú que eres bueno y que perdonas, lleno de piedad para los que te invocan,

6escucha mi plegaria, Señor, atiende a la voz de mi súplica;

7en el día de mi angustia yo te llamo porque tú siempre me escuchas.

8Entre los dioses, Señor, no hay nadie como tú ni hay obras semejantes a las tuyas.

9Todas las naciones que tú hiciste vendrán a ti, Señor, para adorarte y glorificar tu nombre.

10Tú eres grande y haces maravillas, pues tú eres el único Dios.

11Enséñame tus caminos, Señor, para que yo camine en la verdad; haz que mi corazón reverencie tu nombre.

12Te alabaré de todo corazón, Señor, Dios mío, ensalzaré tu nombre eternamente,

13pues tu misericordia conmigo fue muy grande, me has librado del fondo del abismo.

14Oh Dios, unos arrogantes se alzan contra mí, una banda de violentos quiere acabar conmigo, y tú les tienes sin cuidado.

15Mas tú, Señor, misericordioso y compasivo, paciente y lleno de amor y de lealtad,

16ven conmigo, ten compasión de mí; da tu fuerza a este tu siervo, salva al hijo de tu sierva,

17dame una prueba de tu amor, para que mis enemigos lo vean y se avergüencen, pues tú, Señor, me ayudas y consuelas.

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